—No lo haré.
—¡Lo harás!
Mamá loba impuso su autoridad al tiempo que recogía en su regazo al lobezno herido. Su mirada era dura, indicando a su esposo que no iba a doblegar su decisión.
Papá lobo salió de la cueva en plena noche refunfuñando en busca de la mujer que curaba.
No le costó mucho encontrarla. Sabía que vivía en una cabaña, como la que construyen los humanos, en un claro del bosque. Pudo ver que por la chimenea salía humo, y a través de una ventana pudo distinguir su figura.
Oteó el bosque asegurándose que estaba solo. La luz de la luna llena le ayudó. Cuando se sintió seguro se acercó y rascó la puerta. La mujer no le oyó, entonces optó por aullar. Tuvo que lanzar hasta tres aullidos para que la mujer abriera la puerta.
—Tienes que venir conmigo.Te necesitamos.— dijo el lobo en su idioma.
La mujer le hablaba en ese lenguaje humano que los lobos, a fuerza de golpes, heridas y muertes llegaron a entender por su tono y gesticulación. Pero ella no le comprendía, por lo que tuvo realizar movimientos para que ella entendiera.
Tuvo que esperar a que la mujer recogiera una bolsa antes de que emprendieran la marcha hacia la cueva. Cuando llegaron el lobo entró, pero se dio cuenta que ella no lo hacía.
—Esta es mi casa y eres bienvenida en ella. Entra sin miedo.
La mujer sólo escuchó ladridos, pero pareció entender lo que decía Lobo, pues buscó varias ramas a las que prendió fuego.
—Ya hemos llegado. —dijo papá lobo a su esposa.
—Habéis tardado mucho.
Mamá loba levantó la pata para que la mujer viera a su hijo herido. Cuando la mujer tocó al lobezno éste lanzó un alarido de dolor. Papá lobo gruño y se erizó, pero un gesto de mamá loba lo paralizó.
La mujer dijo algo que papá lobo interpretó como que iba a necesitar unos palos. En su juventud su padre le acercó a un poblado humano y vio cómo uno ataba a otro unos palos para que pudiera andar. Aquellas palabras y su forma de expresarlas fueron las mismas. Salió corriendo de la cueva en busca de dos palos, no tardó en entrar con ellos, el gesto de sorpresa y de agradecimiento de la mujer le gustó.
Una vez hubo terminado la mujer se dirigió a la salida de la cueva.
—¡No te quedes ahí parado, ve con ella!
Mamá loba fue muy directa, tanto que papá lobo se vio en la obligación de acompañarla hasta su casa en el claro del bosque.
De vuelta a la cueva olisqueó la pata herida de su hijo.
—Se ha portado bien. Hay que agradecérselo. —dijo Mamá loba.
—¿Qué quieres que haga?
—Hasta que nuestro hijo esté bien cuídala, que nadie le haga daño.
—Pero vosotros…
—Estaremos bien.
Lobo vigiló la casa de la mujer día y noche.
Un día vio que la mujer se dirigía a la cueva, papá lobo cogiendo un atajo llegó antes que ella.
—Viene la mujer. —dijo a mamá loba.
—Ve a recibirla.
La mujer llegó y Lobo la estaba esperando, agachó la cabeza y la dejó entrar.
La vigilancia no cesó, al menos mientras mamá loba no dijera lo contrario. Un día la mujer salió como hacía casi todas la mañanas a recoger plantas. Lobo la siguió de lejos sin preocuparse mucho, pues era la rutina de siempre. Al cabo de un rato escuchó un ruido extraño seguido de un olor que no le gustó nada. Olisqueó el aire buscando a la mujer, una vez encontrado se dirigió hacia ella. La encontró mirando con terror hacia un perro salvaje. El olor del miedo anulaba el olor de muerte que manaba del perro. Lobo tensó sus músculos y esperó.
Todo transcurrió deprisa. Los ojos de Lobo vieron la boca del perro deseando sangre. Lobo se lanzó mordiendo la garganta del atacante con fuerza. El salto realizado por el perro fue al mismo tiempo que el salto de Lobo, pero su ventaja fue mayor al no ser descubierto.
Cuando el olor a muerte inundó la nariz de Lobo soltó la garganta del perro, levantó la cabeza y vio una sonrisa en la cara de la mujer.
Con la boca ensangrentada Lobo volvió a la cueva y se puso delante de su esposa.
—La deuda está saldada.
© Texto de Jesús García Lorenzo
© Texto de Jesús García Lorenzo
Lástima que siempre tenga que morir alguien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si, así es, pero eso le da sabor a la lectura.
EliminarUn saludo
Lobo fue leal y agradecido, dos cualidades que hoy dia suelen faltar en la sociedad. Muy buena historia.
ResponderEliminarGracias Amparo. Tienes razón, la lealtad y el agradecimiento son muy importantes.
EliminarUn saludo
Oh, como observado na lei natural, é ele quem é forte quem vencerá..
ResponderEliminarScusa per il mio cattivo italiano. Grazie per il commento, e per aver passato il mio blog.
EliminarHai ragione, il più forte è sempre il vincitore.