Cómodamente sentado en mi sillón
favorito admiraba mi nueva adquisición. Desde el momento que me puse frente a
ella quedaron olvidados todos los esfuerzos y privaciones realizados para poder
conseguir aquella maravilla. Noventa pulgadas en pantalla plana de Plasma, muy alta
definición, 3D y sonido surround.
Casi
temblándome las manos cogí el mando y encendí aquel presente de ciencia
ficción. Al instante apareció un documental que me transportó a una selva
maravillosa. El sonido envolvente reproducía los bellos silbidos de las
diferentes aves que poblaban aquel lugar, plagado en su totalidad de toda la
gama de colores existentes en el arco iris. Las tres dimensiones me situaban en
el centro de aquella naturaleza exuberante.
En
la esquina superior derecha de la pantalla apareció un mensaje: “Pulse la tecla
OLF para percibir olores”, la busqué con ansia en el mando. Al pulsarla se
pulverizaron aromas que inundaron todo el espacio de un salón donde ya no
existía el sofá de tres cuerpos, ni la mesita baja, ni siquiera la librería que
tantos buenos momentos me hizo pasar con sus historias.
Una
voz; la del narrador, me describía con detalle todo lo que me rodeaba. Pude ver
a la marmota tomando el sol, a esa mariquita de color rojo salpicada de motas
negras volar de una rama a otra, o aquella extraña oruga que se deslizaba por
una hoja verde y fresca. Aves llenas de colorido lanzar al viento sus bellos cánticos,
mientras que otras revoloteaban a mí alrededor.
De
pronto todo quedó en silencio. Las aves alzaron el vuelo alejándose de la
escena, la mariquita cerró sus alas con la intención de pasar desapercibida, la
oruga se hizo una bola y la marmota se ocultó con rapidez. ¿Qué ocurre?
El
narrador gritó: ¡Cuidado!
Al
girar la cabeza observé, con pavura, como algo enorme y rayado se abalanzaba
sobre mí.
Al
tiempo que aparecían los créditos finales del documental, el narrador decía: “Y
aquí termina un nuevo y apasionante episodio de cómo alimentar a las fieras en
tiempo de crisis”.