28 junio 2021

La mejor amiga



A veces la muerte es una de nuestras mejores amigas. 

Julian llegaba todos los días del trabajo a casa, una casa solitaria, vacía y guardián de todos sus desencantos. Tenía un problema que comenzó en el momento en que murió su mujer, su compañera, su amiga, su amante.

La luz de aquel faro lo cegó y no pudo ver el desvío de la carretera que dejaba su rectitud hacia una curva cerrada. La caída al vacío del precipicio fue tan violenta que él salió despedido mientras que ella quedaba a merced del fuego que la devoraba junto al vehículo.

Las noches se hicieron insoportables, el trabajo fue decayendo. Lo fueron reciclando hasta colocarlo en un lugar del almacén donde no se necesitaba a alguien con mucha profesionalidad, y le perjudicó más.

Aquella noche estaba decidido, no iba a pasar más agobios, cogió la foto de su mujer entre sus manos.

—Esta noche nos reuniremos y te pediré perdón. —Susurró.

Abrió el gas, cerró todas las ventanas y se tumbó en el sofá con la foto de su amada.

—¡¿Pero qué estás haciendo?!

La voz le asustó y se levantó con rapidez. Una figura encapuchada estaba en medio del salón.

—¿Quién es usted? ¿Qué hace en mi casa?

—¿Cómo? —le dijo la figura.—Pero si me acabas de llamar.

—¿Llamar? ¿Cuándo?

La figura suspiró y se sentó en una silla cercana.

—¡Vamos a ver! Desde el momento en que has abierto el gas, has cerrado las ventanas y te has tumbado ahí, me has llamado o ¿Es que acaso vas a negar mi existencia en este momento?

Julian estaba tan nervioso que se negaba a admitir quien era aquel personaje, pero la figura continuó.

—… ¡Tantos años de terapia para acabar así! Vamos hombre, si hubieras hecho caso a tu terapeuta, o psicólogo o como se llame, no te encontrarías en esta situación. Mira, lo que tu necesitas no es acabar con tu vida…

—¿No?

—No, hombre, no —dijo en tono conciliador—, lo que necesitas es terminar con el duelo, llora todo lo que necesites, mas de lo que has hecho y despídete de ella, si ella lo está deseando…

—¿Tú crees? —dijo mirando la foto al tiempo que la acariciaba.

—¡Pues claro! Recupera tu vida, tu trabajo, arregla un poco esta casa, que mas que una casa parece un panteón, sal respira, respira, respira…

—Respire hondo—le decía el sanitario al aplicarle el oxígeno en la camilla de la ambulancia que le llevaba al hospital—, ha tenido suerte, un anónimo ha llamado a emergencias a tiempo si no usted no lo hubiera contado.

24 junio 2021

¿Por qué?

Fue una noche con luna llena cuando me mataron.

Siempre me pregunté porqué lo hicieron una noche tan iluminada, quizás necesitaban que hubiera luz y taquígrafos, aunque no vi a nadie levantando acta del acto.

Ya sé que se estarán preguntando ¿Por qué?, y ¿Cómo? Con respecto a la primera yo también me lo he preguntado, pero la segunda ¡Hombre! Podría haber sido menos sangrienta que uno tiene su corazoncito y, yo no se ustedes, pero yo siempre pensé que cuando me tocara morir lo haría con tranquilidad, indoloro, en mi cama y sin darme cuenta, pero llegaron esos energúmenos y ¡Hala!, un carnicero profesional se hubiera portado mucho mejor, no por nada, porque él sabe por donde cortar y con un solo golpe lo consigue, pero no se donde aprendieron estos, si es que aprendieron algo en la vida.

¡Bueno!, no voy a dar detalles del cómo, me parece de mala educación dar explicaciones tan…, pero con que sepan que, por una vez en mi vida, he estado en varios sitios a la vez creo que es bastante explicativo.

Del ¿Por qué?, pues, la verdad, yo siempre he sido un hombre tranquilo, nunca  me he metido con nadie, he respetado la opinión de los demás mientras la decían, he hecho caso de los consejos dados si me convenían, he ahorrado todo lo que me daban para poder tener una casa a las afueras con piscina y pista de tenis y tres coches,. Nunca, y eso sí que lo digo con orgullo ¡Nunca! He mordido la mano que me entregaba los sobres los primeros de mes a media noche ¡En definitiva!, salvo aquel pequeño problema que tuve con unos miembros de un sindicato. ¡Bah! Una discusión sin importancia que acabó rápidamente con el aislamiento de por vida en una celda del líder. Salvo aquello, no entiendo el motivo y la razón para que publicaran en el periódico: “Encontrado en varios lugares el cuerpo desmembrado del Capo de una de las familias mas sangrientas de la mafia”

¡En fin! Que la vida nunca nos da lo que merecemos, menos mal que está la muerte para solucionarlo. 

21 junio 2021

Las manos

Manos maestras empapan trozos de pollo en veneno macerado en aceite para acabar con las alimañas.


—¿Qué tal Manuel?

—¡Cagüen tó! —exclamó acercándose a la barra.

—¡Pero hombre! ¿Qué ocurre?

—¿Ocurrir…? Que un zorro entró, y se llevó por delante seis gallinas. ¡Cojones!

Al momento un cazador saca del morral media docena de conejos y tres aves dejándolos sobre la barra.

—¡Tío Paco! Aquí tienes unas piezas.

—¡Bravo! Se te dio bien la caza. Pero… Estas son…

—¿Qué? ¿Le vas a poner ascos?

—¡Está bien! Ahora lo paso a Petra para que lo cocine.


Petra sacaba una cazuela cuyo aroma anticipaba el placer del paladar. Los comensales hicieron honor al manjar rebañando los platos.

Al atardecer, el médico se personó en el bar pidiendo el conejo al ajillo que se había servido. Al no quedar ni rastro de él pidió una de las piezas no cocinadas.

—Todo lo que tenemos está…

—¡No me jodas Paco! Tengo a un hombre muerto y tres que la palmarán si no encuentro un remedio.

Petra, asustada, confiesa que cocinó unas aves junto con el conejo.

—¿Aves? ¿Qué clase de aves?

—Martinetas. 


Manos asesinas, temblorosas, recogen ocultas el veneno macerado, mientras que recuerda con agobio equivocar el aceite.

14 junio 2021

Recuerdos

Ayer el cartero me trajo un paquete sin remitente. Lo abrí, y descubrí un álbum de fotos. Cada una de ellas provocaba recuerdos que alimentaban mi mente de historias, y mis ojos de lágrimas.

Cada imagen una lágrima, cada lágrima un suspiro, cada suspiro unas ganas locas de retroceder años.

Mi perro, muy atento siempre a todo lo que yo digo o hago, estaba con sus patitas sobre mis piernas gimiendo al verme llorar.

Los recuerdos se alían con la mente y con el corazón, y el deseo de volver se hace patente.

Cerré el álbum y me invadió la necesidad de saber de todos ellos. Busqué con ansiedad entre cajones encontrando un viejo listín de teléfonos.

Cada llamada una desilusión, cada pregunta una respuesta negativa. El desánimo comenzaba a invadirme. Pasaron dos horas antes de que al otro lado del auricular alguien me contestara con algo de esperanza.

—Buenas tardes, perdone que le moleste, pero estoy buscando a…

—¿Jaime? ¿Eres tú?

—Sí —reconocí su voz— ¿Andresito?

—¡Síííí! Qué alegría que me llames. Ahora mismo estaba pensando en llamar a toda la panda. Tengo un álbum de fotos que me está haciendo llorar como un niño.

¡Caramba!, pensé, y sin saber porqué realicé una pregunta.

—¿Qué aspecto tiene el álbum que estás viendo?

—No sé por qué me preguntas eso —hizo una pausa—, pero siempre has sido un poco rarito. Verás, tiene un tamaño folio, con tapas de color rojo, con hojas adhesivas donde están las fotos. Por cierto, es curioso, porque la primera foto precisamente fue la última que yo recuerdo haber hecho, es…

—De un grupo de muchachos sobre el capó de un coche grande. Tú y yo estamos de pie apoyados espalda con espalda.

—¡Sí! ¿Cómo lo sabes?

—Porque yo tengo el mismo álbum.

—No puede ser, si este lo he encontrado en mi desván hoy mismo, y creo recordar que mi padre solo hizo uno.

La conversación no duró mucho, pero antes de colgar el teléfono Andresito me propuso vernos al día siguiente en el bar donde nos reuníamos los sábados por la noche, a lo que accedí.

Cuando colgué el teléfono volví a ver las fotos del álbum. Un escalofrío me recorrió la espalda al ver en la última página una esquela que indicaba la muerte de Andresito el año pasado.