30 septiembre 2011

Mi mejor historia VI

Una luz blanca lo iluminó, y se sintió un átomo, un Ión…, nada. Ernesto comprendió su papel en toda esta historia. «¿Es ese el sentido de la vida y el de la muerte?»

—No. El sentido de la vida es el que cada cual quiere darle. Ellas dos están para crearlo o quitarlo. Pero esto es algo que tú no tenías que haber visto.

Vida y Muerte sintieron toda la fuerza de una mirada sobre ellas, y con ella la pregunta.

—No hemos podido evitar tenerlo…

—Ya veo, ¿os tengo que vigilar constantemente?

El ruido de unos cascos se oyó cerca. Cuatro caballos, uno de ellos sin cabalgadura esperaba ser montado. Ernesto miró aterrorizado a sus jinetes. Muerte se acercó y con un susurro le dijo:

—Esta vez te me escapas, abraza bien fuerte a Vida. Es un consejo.

Acto seguido, y de un salto grácil, montó en su caballo. Los cuatro jinetes azuzaron sus animales y galoparon en silencio alejándose del lugar.

Cuando Ernesto miró a Vida la encontró con los brazos abiertos esperando que siguiera el consejo de Muerte. Pero algo en su interior de decía que no se fiara, ¿quién era, Vida o Muerte?, después de haber oído lo dicho ya no lo sabía.

En el quirófano habían terminado, el paciente estaba estable y lo preparaban para llevarle a la U.V.I., su post operatorio. Las veinticuatro horas más cruciales de su existencia. Allí, en aquella sala, rodeado de otros en sus mismas condiciones, pudo ver a Vida saludar amistosamente a los demás, y comprendió.

Esa misma noche se sobresaltó al ver a Muerte en la U.V.I. Ella, ocultaba bajo su manto a uno de los pacientes, pero antes de irse con él, se volvió hacia Ernesto y le sonrió.


CONTINUARÁ... (en una semana o...)

25 septiembre 2011

Mi mejor historia V

—¡Ja, ja, ja! ¿Queréis que entre en el juego?

Tanto Vida como Muerte lanzaron un “No” instintivo, sabían que una de las reglas era no jugar con un ser vivo. «Abuso de poder», oyeron la primera vez, «Cambio de poderes», la segunda. Esta sería la tercera, y tenía todas las trazas de de ser tres los jugadores.

—Conocéis el trabajo de vuestro oponente, y seguís jugando, ¿acaso queréis que sea yo el jugador? No os ha servido de nada poneros en la piel de la otra, sois caprichosas, maestras en la mentira y crueles. Condiciones del ser humano que lo llevan y lo llevarán siempre al abismo, donde acabaréis sin remedio si no cambias. Así que he decidido que no volveréis a ser lo que antes erais, sino lo que sois en la actualidad. Tú, Vida, te convertirás en las ganas de vivir, salvarás vidas en inculcarás la belleza que oculta el palpitar de un corazón. Serás eso, La Vida, desterrando cualquier recuerdo o vestigio que conserves de tu último trabajo. Y tú, Muerte, a partir de ahora serás todo lo contrario que fuiste, y te emplearás a fondo en tu nuevo cometido. Matarás sin compasión, cobijando bajo tu capa oscura a quién se te ordene. Desecha lejos todo aquello que tenga que ver con la piedad, lástima o remordimiento. Serás cruel y enseñaras a serlo. Cabalgarás junto a La Peste y La Guerra, siguiendo el camino que os abrirá El Hambre. Los cuatro lucharéis sin piedad contra Ella.

Con la última frase Vida, o Muerte, o lo que era y ya no es, se estremeció. Pero obediente se arrodilló con la cabeza gacha aceptando su nuevo trabajo. Lo mismo hizo su oponente.

Ernesto, en un rincón observó toda la escena sin dar crédito. Más que asombro sintió miedo al pensar en lo ocurrido. Se abrazó a la vida cuando en realidad era la muerte y viceversa. «¡Dios mío!», pensó.

—¡¿Qué?!

CONTINUARÁ... (en una semana, o...)

17 septiembre 2011

Mi mejor historia IV

En el quirófano el anestesista dio la voz de alarma. El corazón se había parado. Todo el equipo médico se puso manos a la obra para que no perder al paciente.

Vida y Muerte se ven las caras.

—Él me ha llamado.

—¿Y desde cuándo no soy yo quien te llama?

—Déjate de historias, él quiere morir.

—¡No! —El grito de Ernesto fue de pánico.

Vida y Muerte sonríen. Ernesto mira a una y a otra alternativamente sin dar crédito. Estaba claro, la vida y la muerte tenían ganas de divertirse, y lo escogieron a él. ¿Qué hacer?, nada, era el juguete con el que se pasa un buen rato y luego se abandona. Ese era su destino, acabar en un rincón muerto, y en el mismo estado.

Ernesto temblando se separó de Vida, momento que Muerte aprovechó para acercarse a él, pero Vida se interpuso entre los dos, sonriendo a Muerte.

Los médicos luchaban por intentar evitar las subidas y bajadas de tensión arterial que, como en una montaña rusa, sufría Ernesto en el quirófano. De pronto el cirujano jefe, en un acto que fue calificado de locura, lanzó un grito a la vez que le daba un fuerte golpe en el pecho con el puño cerrado.

Sin saber cómo Vida fue empujada a Ernesto abrazándole. Muerte, asombrada dio un paso atrás. Miraron hacia arriba al tiempo que oían una carcajada retumbando por todo el lugar.


CONTINUARÁ... (en una semana)

10 septiembre 2011

Mi mejor historia III

Ernesto bombardeaba con sus preguntas a la mujer, la cual repetía una y otra vez: «Hablemos».

—¡Esta bien! ¿Qué quieres saber?

La Vida sonrió.

—Todo. Por qué tu experiencia te hace hermanarte al whisky. Por qué deseas separarte de mí, por qué…

Ernesto lanzó el vaso con furia. Su estado era confuso, y cuando no comprendía lo que pasaba se enfadaba.

Quedose parado al ver en la ventana a una figura encapuchada, la señaló volviéndose hacia Vida. El gesto recibido lo explicó todo, Ernesto tenía que contentarla si quería seguir junto a ella.

—Está bien —susurró—, te contaré la mejor historia jamás contada. La mía.

Ernesto se acercó a la máquina de discos que había en un rincón, eligió uno e introdujo una moneda. Con un bolero de fondo comenzó su relato:

«Nunca he sabido cómo sobrevivir. Todo me lo han dado hecho, o al menos me han ayudado a realizarlo, haciendo la vista gorda con mis errores. Desde niño he tenido un carácter incontrolado, siendo incapaz de saber cómo comportarme en cada momento.

»Llegar a mi juventud sin haber sufrido, ni un solo minuto, hizo que no supiera ganarme la vida. Nunca he tenido amigos. Unas veces porque he sido intolerante y egoísta, y otras por todo lo contrario, y al acabarse aquello por lo que me habían dado su amistad, era abandonado.

»Aún así conocí a mi media naranja, aunque nunca estuve convencido de ello. Una maravillosa mujer a la que hice sufrir con mis mentiras o medias verdades. Esa santa me dio un heredero. Fue la felicidad de la casa y lo que nos unió en nuestro matrimonio.

»Nunca fui un buen padre. Mi carácter los hizo sufrir. Como en aquella ocasión en la que el perrito, que una navidad había regalado a mi hijo, comenzó a hacerse sus necesidades en casa debido a que su edad, ya avanzada, no le dejaba retener nada. Con un gran disgusto para mi hijo, cogí a su amigo y lo maté.

»Cuando mi hijo fue adulto se fue muy lejos llevándose a su madre con él. Solo, completamente solo me he quedado por mi mala cabeza y mi irresponsabilidad. Hace un mes que me he enterado que soy abuelo de un niño de cinco años. Lo sé porque mi mujer, la santa, me ha enviado una carta con una fotografía y me lo ha dicho. También me decía en aquel papel que no intentara buscarlos, porque mi hijo no quiere saber nada de mí. Le ha dicho a mi nieto que he muerto.

»Muerto. Quizás deberías separarte de mí, no soy una buena compañía, y dejarla pasar a ella, soy más digno de estar a su lado.»

—¿Tan desgraciado te sientes?

Ernesto miró a vida con asombro. ¿A qué jugaba esa mujer? ¿Acaso estaba allí para prepararle el camino a la de triste figura?, si es así que pase y acabemos con toda esta majadería. El pensamiento de Ernesto fue escuchado. La muerte hizo su aparición en escena portando en su mano la guadaña reluciente, y lista para segar su cabeza. Ernesto al verla cara a él se quedó pálido, y en un acto reflejo se acercó a Vida.

—Se me ha llamado. No puedes evitar mi presencia.


CONTINUARÁ... (en una semana)

03 septiembre 2011

Mi mejor historia II

—¿Pero… qué está ocurriendo?

—Nada, estás aquí conmigo.

Aquella bella mujer le cogió del brazo y lo encaminó de nuevo hacia el bar. Él no dejaba de mirarse allí tumbado, inmóvil y con un aspecto que no daba muchas esperanzas.

Las puertas del bar se abrieron solas, evento que llamó la atención de Ernesto, pero no era lo único que le iba a sorprender esa noche. Al entrar el espacio que conocía se había transformado. Era totalmente distinto, bueno solo la barra era la misma.

—Sentémonos —dijo ella señalando la parte de la barra donde estaban sentados anteriormente.

Sin comprender lo que estaba pasando, Ernesto accedió. El vaso de whisky seguía en su lugar, con dos cubitos de hielo como siempre lo pedía. Ella levantó el brazo y apareció una bebida humeante en vaso alto.

—No comprendo nada, ¿qué lugar es este, y quién eres?

A Ernesto se le notaba contrariado, pero a pesar de ello intentaba averiguar si había acudido alguna ambulancia para ayudarle. Levantaba su cuello intentando ver fuera del bar. Cuando por fin creyó ver algo del exterior una neblina tapó el cristal de la ventana.

—Aún sigues vivo —dijo la bella mujer—, y lo estarás mientras te mantengas a mi lado.

Con una sonrisa en sus labios, ella hizo una pausa, y mirándolo a los ojos dijo:

—Soy, La Vida.


CONTINUARÁ... (en una semana)