Una luz blanca lo iluminó, y se sintió un átomo, un Ión…, nada. Ernesto comprendió su papel en toda esta historia. «¿Es ese el sentido de la vida y el de la muerte?»
—No. El sentido de la vida es el que cada cual quiere darle. Ellas dos están para crearlo o quitarlo. Pero esto es algo que tú no tenías que haber visto.
Vida y Muerte sintieron toda la fuerza de una mirada sobre ellas, y con ella la pregunta.
—No hemos podido evitar tenerlo…
—Ya veo, ¿os tengo que vigilar constantemente?
El ruido de unos cascos se oyó cerca. Cuatro caballos, uno de ellos sin cabalgadura esperaba ser montado. Ernesto miró aterrorizado a sus jinetes. Muerte se acercó y con un susurro le dijo:
—Esta vez te me escapas, abraza bien fuerte a Vida. Es un consejo.
Acto seguido, y de un salto grácil, montó en su caballo. Los cuatro jinetes azuzaron sus animales y galoparon en silencio alejándose del lugar.
Cuando Ernesto miró a Vida la encontró con los brazos abiertos esperando que siguiera el consejo de Muerte. Pero algo en su interior de decía que no se fiara, ¿quién era, Vida o Muerte?, después de haber oído lo dicho ya no lo sabía.
En el quirófano habían terminado, el paciente estaba estable y lo preparaban para llevarle a la U.V.I., su post operatorio. Las veinticuatro horas más cruciales de su existencia. Allí, en aquella sala, rodeado de otros en sus mismas condiciones, pudo ver a Vida saludar amistosamente a los demás, y comprendió.
Esa misma noche se sobresaltó al ver a Muerte en la U.V.I. Ella, ocultaba bajo su manto a uno de los pacientes, pero antes de irse con él, se volvió hacia Ernesto y le sonrió.
CONTINUARÁ... (en una semana o...)