03 septiembre 2011

Mi mejor historia II

—¿Pero… qué está ocurriendo?

—Nada, estás aquí conmigo.

Aquella bella mujer le cogió del brazo y lo encaminó de nuevo hacia el bar. Él no dejaba de mirarse allí tumbado, inmóvil y con un aspecto que no daba muchas esperanzas.

Las puertas del bar se abrieron solas, evento que llamó la atención de Ernesto, pero no era lo único que le iba a sorprender esa noche. Al entrar el espacio que conocía se había transformado. Era totalmente distinto, bueno solo la barra era la misma.

—Sentémonos —dijo ella señalando la parte de la barra donde estaban sentados anteriormente.

Sin comprender lo que estaba pasando, Ernesto accedió. El vaso de whisky seguía en su lugar, con dos cubitos de hielo como siempre lo pedía. Ella levantó el brazo y apareció una bebida humeante en vaso alto.

—No comprendo nada, ¿qué lugar es este, y quién eres?

A Ernesto se le notaba contrariado, pero a pesar de ello intentaba averiguar si había acudido alguna ambulancia para ayudarle. Levantaba su cuello intentando ver fuera del bar. Cuando por fin creyó ver algo del exterior una neblina tapó el cristal de la ventana.

—Aún sigues vivo —dijo la bella mujer—, y lo estarás mientras te mantengas a mi lado.

Con una sonrisa en sus labios, ella hizo una pausa, y mirándolo a los ojos dijo:

—Soy, La Vida.


CONTINUARÁ... (en una semana)

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