26 noviembre 2009

Envidia y altanez

Con una mirada impertinente, como perdonando la vida. Gesto desairado, postura altiva y estudiada, para ocultar la envidia, con un pensamiento altamente peligroso, como para no repetirlo en voz alta. Así andaba Alicia por este mundo. Personalidad perfecta para uno de esos programas televisivos donde se pela, como a una gallina, a cualquier famoso.

Su niña creció con esa escuela engañosa donde la verdad no interesa. Si algo no se conseguía era porque los Hados se habían confabulado en contra. Pero si alguien, fuera quién fuera, lo alcanzaba, se aplicaba el favoritismo o la compra. Nunca fallaba. Así siempre la gallina estaba preparada para la olla.

Amigo ninguno. Que se creyeran amigos pocos. Enemigos todos. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Ya lo decía el dicho: «Criados servirme que de buena cuna vengo» las clases sociales se crearon para algo, y no precisamente para mezclarse, al menos hacia abajo.

—¿Te leo la mano niña?
—¡Déjela en paz!
—¡No. Mamá!
—¿Pero, qué dices?

La gitana cogió con rapidez y fortaleza la manita que se extendía hacia ella, paseo sus dedos sobre la palma, y levantando lentamente la mirada miró a los ojos de la madre. Alicia se sintió insultada, y de un tirón apartó la mano de su hija. A la fuerza se la llevó lejos.

—¿Qué has visto? —Preguntó una joven gitana.
—¡Lo que nunca tendrás! —Contestó sin dejar de observar cómo se alejaba Alicia.
—¿Riquezas, posición, un novio?
—Un corazón negro.

Una risa histérica y repleta de carcajadas acompañaba a los golpes de cuchillo que en el pecho recibía Alicia de manos de su hija. Un hombre de raza gitana miraba espantado desde el alféizar de la puerta, la respuesta a la negativa de boda.

14 noviembre 2009

Se busca


«En busca y captura hasta la desesperación. Se trata de una persona de edad indefinida, bien vestida, educada, amable y sonriente. Su verborrea suele ser causante de algunos actos que, mayoritariamente, los realizan gentes muy distantes de su condición social.

»Se le suele asociar con la corrección. Por lo general piensa en el bienestar social y en la progresión a un mundo feliz. Se desvive por los necesitados, los desamparados y desvalidos.

»De sus enemigos suele decir que son adversarios. De sus amigos, compañeros. De su país, el único.

»Sus detractores le inventan historias increíbles. Sus admiradores le veneran.

»Su vida familiar se desconoce; solo la parte que se considera íntima.

»Lucha con gallardía para que en el mundo no exista guerra, hambre y miseria. No hace distingos entre razas, ni entre religiones.

»Odia la vanidad y los pecados capitales que la acompañan.

»Es… La humanidad en persona. Inspira confianza y respeto.

»Llegado el momento de abandonar esta vida, y con mi último suspiro, reconozco mi fracaso en la búsqueda por todo lo ancho y largo de este mundo.

»Por todo lo que esa persona representa, paso el testigo a quien lea esto, y le deseo mucha suerte en su investigación.»

Este manuscrito, se encontró junto a un cadáver que, situado junto a unos contenedores de basura, por su vestimenta, su suciedad y su falta de signos de violencia, se concluyó que se trataba de un vagabundo cuya muerte fue debida a un fallo cardiaco.

A los dos días del hallazgo, un periódico local publicaba el contenido de aquella carta con un titular que rezaba: “Se busca”.

Por la razón que fuera; por su interés humano, por el periodístico, o simplemente porque gustó, todos los medios de comunicación del planeta Tierra, tanto escritos como audiovisuales, hicieron público el contenido de ese deseo frustrado.

No existía un lugar donde no se hablara de la noticia. Los gobiernos dictaron orden de búsqueda con la esperanza de encontrar al ser descrito. El país que fuera poseedor de tan distinguida persona, no sólo dominaría su sociedad, sino el mundo.

Todas las agencias, la CIA, el CNI, el Mossad, la Europol, la Interpol y el resto de los servicios secretos se pusieron manos a la obra.

Tras dos meses de indagación, en una sesión de La Organización de las Naciones Unidas se concluyó que tal persona no existía, y que todo había sido el acto desesperado de alguien a quien denominaron, ruin y despiadado por gastar una broma al mundo.

Pasado un año del manifiesto, en aquel periódico local se recibió un fax que rezaba: «Lo encontré, no es de ese mundo, dejen de buscar».