18 diciembre 2010

Estrellita

Con el siguiente cuento os deseo, a todos, muchas felicidades en estas fiestas de Navidad, y un muy próspero y feliz año 2011.


Estrellita

Miró a través del telescopio, y vio una estrella errante. Rápidamente José llamó a su padre y le mostró su descubrimiento.

—¡Ah, sí! —Dijo el padre—. Es Estrellita.
—¿Estrellita?
—¡Claro! ¿No te acuerdas?

José recordó el cuento que su padre le contó una noche de tormenta para que olvidara sus temores.

—Sí, sí la recuerdo. Aquella estrella chiquita que nadie quería.
—Eso es, y que llegó a convertirse en la Estrella de Belén.
—Pero si falta mucho para Navidad.

Su padre sonrió, y mirando al cielo le dijo:
—Dicen que si a una estrella errante le pides un deseo… a veces se cumple ¿Por qué no lo intentas?

José volvió a mirar por el telescopio, admiró su cola y el brillo de su cuerpo. Sin saber cómo, se descubrió pidiendo un deseo, y sonrió.

A los pocos días, José se dirigía, acompañado de sus padres, al hospital donde ingresaría para una intervención arriesgada y difícil. Al llegar, su padre lo cogió en brazos, mientras su madre montaba la silla de ruedas.

La operación no tuvo éxito, y al cabo de unas semanas José volvió a casa. La primera noche buscó con su telescopio aquella estrella a la que la había pedido un deseo. No la encontró.

Cuando comenzaron las clases José recibió un regalo. Una silla de ruedas eléctrica. Con ella podría moverse sin esfuerzo por el campus, y desplazarse hasta la biblioteca sin que nadie le ayudara a subir la empinada cuesta de acceso.

Al llegar Navidad, su casa se llenó de colorido y de ambiente navideño. El día de Noche Buena se recibió en casa a un viejo amigo de su padre, el cual se había mudado al barrio. Contó que había enviudado y vuelto a casar, y que tenía una hijastra dos años menor que José. Fueron invitados esa noche a cenar y así conocer a la nueva familia.

Cuando José vio a María quedó embrujado por su belleza. Después de la cena, María quiso ver el telescopio del que tanto se había hablado durante la velada. José buscó un planeta para deslumbrarla. Encontró a Saturno, que lucía majestuoso con sus anillos, y la invitó a mirar.

—¡Vaya, es maravilloso! Pero… ¿Qué es eso?

José, que estaba admirándola, no se percató de su pregunta. Ella lo miró a la cara y sonrió.

—Me ha parecido ver una estrella fugaz…

José cambió su cara de bobo por la de interés, y se pego al telescopio. Buscó y la encontró. ¡Era ella! Estrellita había sido fiel a su cita, y esa noche había aparecido para anunciar el nacimiento del niño Dios.

María se interesó por la historia que José le estaba contando, aquella en la que una estrella diminuta fue apartada, y que con ayuda de sus amigos los asteroides fue ganando masa y esplendor, para poder así convertirse en la estrella de Belén.

—¿Entonces, aparece todos los años en esta noche para indicar el destino de quien la ve?
—Así es.

María lo miró a los ojos y esbozó una sonrisa.

—¿Y se le puede pedir un deseo?

José no contestó. María sin hacer caso al silencio de José volvió a mirar por el telescopio. Algo más fuerte que una amistad surgió entre los dos.

Los años pasaron, José y María acabaron la carrera, y consiguieron trabajo uno lejos del otro, pero cuando llegaba Navidad se volvían a reunir en la cena de Noche Buena, donde como una costumbre se reunían las dos familias. Una de aquellas noches de Noche Buena, María y José observaban juntos por el telescopio a la estrella de Belén, que nunca faltaba a su cita, y José le declaró su amor teniendo a Estrellita como testigo.

Los problemas de distancia se solucionaron y pudieron casarse y formar un hogar. Al poco tiempo José recibió una buena noticia. María estaba embarazada.

El día de Noche Buena María notó las primeras contracciones, las complicaciones físicas de José, al estar en una silla de ruedas, impidieron que la acompañara al hospital. Una vecina la llevó, mientras que su marido se encargó de que José pudiera llegar. Cuando llegaron María ya había ingresado en quirófano, de urgencia. A José le informaron que había habido un desprendimiento de placenta. José sentado en su silla frente a la puerta de los quirófanos, rezó, y lo hizo a quien en ese momento le vino a la cabeza, a Estrellita, la estrella errante que fue testigo de su amor.

A los pocos minutos apareció un médico con un bebé en brazos. Desde la línea dibujada en el suelo, que marcaba hasta donde se podía llegar sin equipamiento adecuado, el médico le enseñó a su hijo.

—Es un niño, el pediatra le ha examinado, y está sano y fuerte.
—¿Y María?
—Está despertando de la anestesia, la subirán a la habitación en cuanto despierte del todo, le aconsejo que la espere allí. Al niño lo subirán con ella.

A José se le inundaron los ojos y fue directo al ascensor. Al llegar a la habitación estaban esperándolo sus padres y los de María. Se le abrazaron y preguntaron. Antes de que contestara aparecieron por el pasillo María y el niño.

Al ser el primer bebé nacido en la noche de Noche Buena, las enfermeras, bedeles, enfermeros y camilleros, se acercaron a la habitación con pequeños regalos y felicitaciones.

Avanzada la noche ocurrió algo extraño. Una luz blanca inundó la habitación donde se encontraban José, María y su recién nacido. José se acercó a la ventana preguntándose qué era aquella luz, pero María, con una sonrisa, lo sacó de dudas.

—Es Estrellita. Viene a conocer a nuestro hijo.

Junto al telescopio, a los cinco años de su nacimiento, el hijo de José y de María, escuchaba con los ojos bien abiertos la historia de Estrellita. Aquella estrella errante que guió a los Reyes de Oriente hasta el portal de Belén.

Para aquellos que no recuerden la historia de Estrellita, ir en el siguiente enlace, o ir a la parte derecha de este blog, y buscar en diciembre del 2009 el cuento "El destino de un estrella".

http://luzypapel.blogspot.com/2009/12/el-destino-de-una-estrella.html

13 diciembre 2010

El esclavo de la Al-Hamrá, de Blas Malo



Hoy voy a hacer un paréntesis en lo habitual de este blog, para hablaros de una novela que me ha causado muy buena impresión, me refiero a “El esclavo de la Al-Hamrá” de Blas Malo. Esta es su primera novela, y en dos meses ya ha publicado su segunda edición.

La novela nos adentra en los entresijos de una historia bien diseñada, que nos transporta a una época de España no muy bien conocida.

La descripción de sus lugares, su vida cotidiana y la construcción con detalle de edificios admirados durante siglos, hacen que el lector disfrute entre sus páginas de olores y sabores, que sienta indignación, rebeldía, satisfacción y ensoñación.

Cuando después de leer la última página cierras el libro, sientes fuertes deseos de ir a la ciudad de Granada, pasear por sus calles antiguas, visitar la Alhambra y el Generalife buscando en sus rincones un atisbo de la huella de sus protagonistas. Admirar las salas, los jardines y los recovecos de lo que fue el palacio del último reino musulmán en Occidente.

A todo aquel que le interese saber un poquito de lo que fue Al-Ándalus, mezclado con una historia de Amor y odio, aventura y guerra, venganza y muerte. Ésta es su novela.

08 diciembre 2010

Página en blanco



Odiosa pureza martirizando mi mente.
La estruja hasta el sufrimiento,
y la inunda doliente.

Virginidad impaciente,
que se rompe para siempre
con pluma infame y coherente.

Un grito de dolor,
una lágrima azul
mancha su candor.

Naciendo de esa violación,
un relato, un poema
escrito con el corazón.