Los avances
tecnológicos nos han hecho la vida más cómoda. Atrás quedan épocas donde el
paso por una centralita era obligatorio para hablar con la familia, los amigos….
¡Ah, qué tiempos aquellos! Hoy en día
la tecnología nos evita los inconvenientes de esperar a tener una conferencia, o
guardar dinero en casa para cuando pase el cobrador del gas o la luz. Hoy todo es más
fácil.
—¿Oiga, señorita? ¡Maldita sea! Ya
estoy hablando otra vez con un ordenador.
—Pues la llamadita te va a costar más
que si les enviaras una carta, o fueras personalmente.
Como siempre mi mujer tenía razón, así
que a la mañana siguiente me presenté en la oficina telefónica.
—Buenos días.
—Buenos días, caballero. ¿En qué puedo
servirle?
—Pues verá, tengo problemas con mi
conexión a Internet y…
—Lo siento caballero, pero para
reclamaciones, averías, revisión de facturas y otras consideraciones, contacte
con la compañía a través del teléfono o por internet.
—Pero, vamos a ver señorit…
—Lo siento, caballero para
reclamaciones, averías…
—¡Óigame, por favor, le estoy diciendo…!
—Lo siento, caballero, pero para
reclamaciones…
—¡Pero, vamos a ver! ¡¿Es que no hay
nadie que pueda atenderme sin parecer un robot?!
—Lo,lo,lo. Sient… to,to,to.
Ante mis ojos la señorita, amable y
redundante, comenzó a derretirse cual muñeco de cera, rodeada de un sinfín de
chispas y humo. Con horror comprobé el poder de mis gritos cuando sonó una
alarma repitiendo: “¡Atención, humano en la sala!”.