Lo difícil no es escribir, lo verdaderamente difícil es que te lean. “Manuel del Arco”
Cuando llega la inspiración
Me desperté preocupado ante el ultimátum que mi editor me había obsequiado la noche anterior.
Con una taza humeante de café, me dirigí al ordenador esperando una iluminación divina con la que aplacar aquella amenaza recibida. Al depositar mis manos sobre el teclado las palabras surgieron solas, sin esfuerzo, enlazando ideas y situaciones. Sentí la inspiración brotando por cada uno de mis dedos, me sentí el dueño, el dios, el creador del lenguaje.
Satisfecho puse el “Fin”. Ocho páginas de las que me sentí orgulloso. ¡A ver ese… inculto, ese maestro fracasado de las letras, qué tenía que decir!
Abrí el correo todo digno y le envié: “Querido editor, aquí te adjunto una obra maestra, es un cuento intenso, lleno de giros, e inaudito.”
Contento por un trabajo bien hecho, bajé a la calle a respirar aire fresco y a comprar el periódico. A mi vuelta tenía contestación de mi editor: “Querido escritor, tu correo fue una verdadera sorpresa. No lo esperaba. Pero cuando leí tu relato, me quedé con la boca abierta.
Realmente es intenso e inaudito. Al principio, al leer las primeras líneas tuve que repetir su lectura, y me surgieron dudas pero luego se desvanecieron.
Así pues querido escritor, y empleando el mismo lenguaje usado en tu cuento, solo me queda decir qué: “Tu rlato s dsprciable, da vrdadro sco, si sto s tdo lo q sabs scrbir ¡vt a la mirda!
Qdas dspdido.”