23 abril 2022

Si el miedo no existiera...


Si no tuviera miedo y alguien me escuchara, alzaría la voz sin tapujos, evitando las metáforas.

Si no tuviera miedo… Si el azar en su más insólita jugada, hubiese moldeado de distinta forma mi vergüenza…

Si no tuviera miedo, y el arrojo, llamando a mi puerta me hubiera abducido…

Si el sentido común, padre de todas las curas, no me hubiese abandonado…

Si el valor en su ímpetu me hubiera arrastrado, como arrastra las cañas el rio enfurecido en su crecida…

Si mi miedo el afán no hubiera frenado, cuando mi corazón me pedía ¡Guerra!

Si insolente la voz hubiera alzado cuando había que alzarla…

Si escuchando a mis mayores, les hubiera oído.

Si mi ira hubiese dominado, ante los que dicen llamarse humanos.

Si mi miedo a los insultos hubiera desafiado, y con valentía encarado.

Si la libertad no se comprara, y el libre pensamiento no se encerrara en cárceles de dignidad aparente.

Si el mentir no cubriera con su falso manto, lo que todos piensan, y despertando la verdad, destapara la hipocresía.

Si el miedo al mundo no le hubiera encaminado a su destrucción.

Si la envidia no existiera, y en su lugar se hubiera asentado la nobleza.

Si las clases dejaran de ser sociales para ser una, convirtiéndose en el verbo compartir.

Si la duda no alimentara el miedo que corroe y desgasta.

Si mostrarse sin tapujos, no diera miedo.

Si las promesas incumplidas abochornaran.

Si los intereses, sin miedo se denunciaran.

Si la burla, mofa y escarnio no existieran, y junto con la soberbia se desvanecieran.

Si la libre expresión fuera un hecho y no un arma.

Si el sentir miedo no estuviera mal visto.

¡Ay! Si el miedo no existiera, de la tumba saldría, y entre los muros de este cementerio, resarciría mi vergüenza. Y así, sólo así, la venganza sería mía.


© Jesús García Lorenzo