En una ocasión un amigo me dijo que somos irremediablemente propiedad de la muerte y, que al nacer nos deja en las manos de una niñera, La vida, hasta que maduramos. Y nació este micro.
Amor
Yo no le tengo miedo a la muerte. Cuando era niño, mientras
dormía se me apareció una oscura figura que, sujetando en su esquelética mano
izquierda una guadaña y con la cara oculta por una gran capucha, me dijo con
voz tranquilizadora:
—Oirás muchas cosas sobre mí, pero nunca tengas miedo,
porque a lo largo de la historia las madres jamás han hecho daño a sus hijos.