“Desestimada y poco seductora Muerte:
La presente es para pedirte, que si por un casual estoy en tu base de datos, me pongas al final.
¡Verás! Resulta que a pesar de mis achaques en los que pensar me he acordado de ti.
El otro día, así sin más, comprendí que me quedan muchas cosas por hacer. Además, me gustaría poder irme contigo, dejando atrás algo por lo que mis hijos y mis nietos me recuerden.
Ya sé que he tenido una vida para conseguirlo, pero la he pasado aprendiendo, y ahora que ya sé, quiero realizarlo.
Por esa razón te pido que me des algún tiempo más. Tú, que el reloj lo controlas, retrásalo.
Si tienes a bien concederme este pequeño deseo, te estaré eternamente agradecido.
Fdo: Yo, el que tu sabes."
Juan dobló la carta con esmero y la introdujo en un sobre. Luego en la parte delantera del sobre escribió “La muerte (a recoger en cartería)”
Salió a la calle y en el primer buzón de correos que encontró la introdujo, no sin antes desear que llegara a su destino lo más pronto posible.
Cuando el furgón de recogida llegó a la central de correos, un funcionario comenzó su trabajo de clasificar, vio la carta, sonrió y la lanzó en el casillero marcado como “Cartas imposibles”
Los días transcurrieron, pero un día…
Un hombre alto, enjuto y vestido de negro, se acercó a cartería y con voz profunda pidió una carta dirigida a él “¿A qué nombre?” Preguntó el funcionario sin levantar la vista “A la Muerte” Respondió aquel hombre. El funcionario sonrió, y al mirarlo comprendió. Algo asustado, fue al cajón de cartas imposibles.
Al volver Juan del trabajo como de costumbre miró el buzón, y entre publicidad y facturas encontró una carta dirigida a él, sin remite y sin sello. Antes de abrirla miró el tabaco que le quedaba, y salió en busca de un estanco.
Mientras encendía un cigarro del nuevo paquete, vio esperando el verde del semáforo, a una mujer que llevaba de la mano un niño de la edad del suyo. Sonrió.
De pronto el niño se soltó de su madre y cruzó. Todo sucedió muy rápido. Un autobús, y el niño en medio. Un empujón y el niño a salvo.
A la mañana siguiente en la morgue, una mujer desconsolada esperaba que le dieran el cuerpo de su marido, para llevarlo al Tanatorio.
Alguien se acercó y dándole una pequeña bolsa con los efectos personales le dijo “Su marido fue un héroe”
En el Tanatorio recibió miles de visitas, entre ellas la de una madre agradecida.
En un momento de tranquilidad, cogió la bolsa que le entregaron, y vio una carta sin remite ni sello, la abrió y en medio de una página en blanco, una palabra “Concedido”.
© Texto de Jesús García Lorenzo
Pues no sé que decirte...
ResponderEliminarUn saludo.
Si, te comprendo, es un poco difícil de comentar, pero si pudiéramos hacerlo ¿Lo harías? ahora que después del resultado casi mejor no hacerlo por si acaso.
EliminarUn saludo
No le tengo miedo a la muerte tampoco al virus aunque mi vela se apague y me vaya al rio
ResponderEliminarGracias Recomenzar.
EliminarUn saludo
La verdad un relato brillante y extraño al mismo tiempo, justamente por eso me ha encantado, porque se sale un poco de lo que acostumbramos leer, o quizas...de lo que nos resulta mas facil comprender... Muy muy bueno Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Eli, gracias también por pasarte y comentar.
EliminarNo sé que decirte, mis relatos son algo fantásticos, extraños y raros quizás, pero procuro que se salgan un poco de lo habitual. Este blog no es un blog bitácora, sino un lugar donde mostrar un poco mi inquietud a través de las letras.
Gracias por pasarte y espero que vuelvas.
Un saludo.