«¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Fue algo mágico, nuestras miradas se cruzaron y ya no se separaron. Cincuenta y cinco años hace de aquel momento.
»Hoy Graciela, ¿Te acuerdas de ella? ¡Sí hombre, sí! Esa jovencita del pelo rojo que está estudiando para ser policía, y que cuando era pequeña le dabas clase de matemáticas. Bueno, me ha preguntado por ti esta mañana.
»Todo el barrio te echa de menos, en la panadería, la frutería, el quiosco. Por cierto te he traído tu periódico favorito. ¿Quieres que te lo lea? No, claro que no.
»¡Ah, mira! Hemos recibido carta de Andrea. Dice que hace mucho frío allá en… ¡Bueno, cómo narices se pronuncie aquel pueblo alemán! Dice que no nos preocupemos, que está muy bien.»
Era una tarde de diciembre. Las palmadas de aviso del vigilante se veían ahogadas por los truenos que, aunque todavía lejos, se hacían notar.
—Pero… Herminia… ¿Cómo se le ocurre salir de casa en una tarde como esta?
—Hoy es nuestro aniversario. Mi Anselmo y yo nos casamos, hace cincuenta años, en la iglesia de San Martín.
—¡Felicidades! ¡Ande…! Váyase a casa antes de que caiga lo que viene por allí.
Herminia, con su paso cansado, comenzó a andar los dos kilómetros que separaban el cementerio del pueblo.
A mitad del recorrido cayó una fuerte lluvia acompañada de un relámpago que iluminó toda la carretera.
Resignada y empapada hasta los huesos, continuó su camino mientras hablaba con su Anselmo.
—Casarnos en diciembre y de noche. ¿No hubiera sido mejor por la mañana? ¡Menudo resfriado voy a coger!
La luz de unos faros hizo que se volviera. El vehículo paró a su lado. El conductor de mediana edad, sacó de la guantera un paquete de pañuelos de papel para que pudiera secarse.
—¿Es usted forastero? No recuerdo haberle visto por el pueblo. ¿Conoce alguien aquí?
—Así es, Herminia.
—¿Me conoce?
—Sí. Nos conocimos cuando su Anselmo murió.
El vehículo continuó su camino desvaneciéndose con el ocaso de un relámpago que iluminó todo el pueblo.
Al día siguiente el pueblo entero rendía homenaje a Herminia, a la que un rayo llevó junto a su Anselmo, dejando en la cuneta su vida terrena.
©Texto de Jesús García Lorenzo
Que nunca se pierda la magia del romanticismo. Enhorabuena por el relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Pitt. Cierto, que nunca se acabe.
EliminarUn saludo
Al final se volverán a juntar, hay amores eterno son los que duran aun después de la muerte. Un abrazo
ResponderEliminarAunque nunca se separaron mientras Herminia no dejara de acudir.
EliminarGracias por pasarte.
Un saludo
Hola Jesús. Me ha encantado. Magistral modo de llevar al lector a través de esos primeros párrafos, perfectos retazos de información ¡muy bien lograda! que preceden al desenlace. Un relato de abordaje impecable y fascinante. Felicidades.
ResponderEliminarGracias Mónica, tu siempre tan amable.
EliminarUn abrazo
Y que mejor que ese aniversario en donde esos seres se vuelven seguramente a encontrar.. Me encanta pensar en el amor después de la muerte y en que nos vamos a volver a ver... Precioso!!!Un abrazo y bonito fin de semana!!
ResponderEliminarAsí es Eli, el amor nunca muere.
EliminarUn saludo
Hay amores que van más allá de la eternidad... Y este es el ejemplo de uno entre tantos!
ResponderEliminarMe ha encantado Jesús!
Gracias A. Me gusta pensar que la eternidad no mata el amor.
EliminarUn saludo
La pobre Herminia celebro al fin sus bodas de oro junto a su Anselmo, que era lo que quería. Tierna historia.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Rita, por tu comentario y por pasarte.
EliminarUn saludo
Cuando el amor es profundo las almas eternas para siempre. Y es que el amor es la fuerza vital de la vida.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias María, por tu comentario y seguimiento.
EliminarUn saludo
Muy emotivo este cuento.
ResponderEliminarLo he imaginado como un cuadro romántico, gris muy oscuro, con la furia de la tormenta desatada sobre la tierna anciana cuyo sólo pensamiento es su amor. Precioso.
Un abrazo
La furi de la tormenta es clave en la narración.
EliminarGracias por comentar.
Un saludo
Las magias de to comienzo
ResponderEliminarlas sombras que luego se viven y se va todo a la merda en esta vida divina de magia eterna
Gracias por pasarte y comentar-
EliminarUn saludo
Que hermoso romance el de tus letras
ResponderEliminarnunca se debe perder, ese alimento
del alma de la persona que se ama,
emociona lo que escribiste.
Besitos dulces
Siby
Muchas gracias Siby, emocionante tu comentario.
EliminarUn saludo
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Rocío por comentar.
EliminarUn saludo