En el edificio de correos hay un gran revuelo. En la era del email, una carta con su sobre y su sello apareció sin saber cómo.
Decenas de ojos la observan con asombro. Un empleado la recoge y lee en voz alta: «Jesús García. A recoger en carteria».
La pasaron por el escáner para descartar una bomba.
Una mañana, apareció un niño dirigiéndose a la única ventanilla que permanecía abierta.
—Buenos días, vengo a recoger una carta.
—¿Cómo dices, niño?
—Me llamo Jesús García y quiero recoger una carta que es de mi propiedad.
Las risas llegaron hasta el despacho del director quien, con una sonrisa en los labios, se encaminó al vestíbulo para hablar con el niño.
—Perdona, ¿dices que tenemos una carta para ti?
—Así es.
—¿Y cómo sé que dices la verdad, tienes algún documento que te identifique?.
—No, pero si quiere mi carnet de Boy Scout.
—Lo siento niño, pero sólo a un adulto responsable le puedo entregar esa carta.
—Más lo siento yo, pues no esperaba esa respuesta de quién se enorgullece de entregar todas las cartas a sus destinatarios, y no solo a los adultos responsables.
Jesús García salió del edificio con su carta en la mano y con un silencio cortante detrás de él.
epaaa!!! me has dejado helada con el final!!! jajjaja genial!!!
ResponderEliminarcuando uno abre la puerta de este espacio ...lo que se encuentra...siempre es una sorpresa!!!
Un abrazo al niño adulto responsable Jesus Garcia y bonito domingo!
Eli, espero sorprenderte más.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Un saludo
Un placer disfrutar de la lectura.
ResponderEliminarSorpresa en el final.
Un abrazo.
Muchas gracias María.
EliminarUn saludo
Tu texto es surrealista total. Desde el comienzo nos sorprende y nos pone una sonrisa en la cara, y el final nos complace: ¡A ver qué se han creído para no darle la carta al chaval, hombre! Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSAludos.
Muchas gracias, Manuela por tu comentario. En efecto es surrealista, y me complace leer que provoca alguna sonrisa.
EliminarUn saludo