Hoy me pinté de verde el alma. De verde clorofila, que me gusta. Pero al ver el bosque de color negro, mi alma se tornó gris.
Gris como las manos tiznadas de hollín.
Árboles que en silencio se descarnan en negro sobre blanco.
La paleta del pintor clama venganza ante el horror.
Una mañana unas manos delicadas mirarán y pintarán de nuevo el paisaje, evitando talas y fuego.
Y a mi alma volverá el verde clorofila soñado, y una ardilla recorrerá todo el territorio sin tocar el suelo.
©Texto de Jesús García Lorenzo
Ojala llegue pronto ese día de pintar todo con hermosos colores nuevamente...y no exista el horror, ni los grises, ni los silencios indeseados...Ojala todo sea ese verde que te agrada y mas colores de una hermosa paleta que tiñan el mundo... Bellisimo poema..triste ...muy triste...pero que guarda una esperanza ... Mi abrazo
ResponderEliminarEli, ojalá sea como tu dices.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo
Triste comportamiento el nuestro que permite esas atrocidades.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy triste, Alfred, pero seguro que salimos.
EliminarUn abrazo
Hola, Jesús He aquí una prosa poética de gran belleza y frescura. Una prosa directa y dolorosa, mas no exenta de esperanza.
ResponderEliminar"La paleta del pintor clama venganza ante el horror", es un párrafo particularmente vigoroso.
Me ha encantado. Te felicito.
Besos.
Gracias Mónica, tu comentario me anima a intentarlo de nuevo.
EliminarUn abrazo
¡Como en los tiempos épicos: Una ardilla sin apearse de los árboles patrios!Me complació muchísimo esta entrada , en líneas generales toda la poesía bogando por el sinople heráldico, ese verde verdadero (¡válgame la aliteración!)emocionando en tu versificar.
ResponderEliminar¡Tengas un buen fin dominical!
Atentamente,
J u a n
Muchas gracias Juan, es un placer tu visita, espero que vuelvas.
EliminarUn saludo
¡Como en los tiempos épicos: Una ardilla sin apearse de los árboles patrios!Me complació muchísimo esta entrada , en líneas generales toda la poesía bogando por el sinople heráldico, ese verde verdadero (¡válgame la aliteración!)emocionando en tu versificar.
ResponderEliminar¡Tengas un buen fin dominical!
Atentamente,
J u a n
Gracias, Juan por pasarte y por tu comentario.
EliminarUn saludo
Melancólico a la vez con un tinte de leve esperanza al final. Me hiciste recordar uno de mis últimos paseos cuando a penas la cuarentena empezaba. Fui a un bosque de Eucaliptus que estaban con sus troncos negros por un incendio, así como la tierra y otras hojas estaban cubiertas de grises cenizas. Pero aún en medio de la tristeza que sentí (y la indignación porque había sido un incencio provocado), tuve una lección del mismo bosque: Pude ramas que habían brotado (y otras a penas haciéndolo), de los troncos quemados. Qué poder de regeneración, de resistencia... Me quedé conmovida, inspirada, sorprendida. Hay vida aún en medio del caos.
ResponderEliminarSí, Kadannek, la naturaleza (en todo ámbito ) es fuerte, y rebrota en medio del caos.
EliminarMe ha gustado tu experiencia.
Un saludo
Imagino la pintura que abría en el encabezamiento...
ResponderEliminarPensar que así era nuestra piel de toro... hace miles de años...
Preciosa prosa... como el gran paisaje verde y libre que sugieres con tus palabras al final, ese que tan bien sabe volver a pintar el Gran pintor.
Me ha encantado.
Muchas gracias, por pasar y por comentar.
EliminarUn saludo
Me uno a tus sueños de verde clorofila también, un saludo
ResponderEliminarGracias.
EliminarUn saludo