En ocasiones oigo su música y me hace sonreír. Me hace recordar los momentos con buenos amigos.
—Jesús ¿Con cuál empezamos?
Los nervios detrás del telón no se podían reprimir.
—¡Hombre! Llevamos dos meses ensayando todas las noches y…
Se levanta aquel lienzo que nos separaba del público, al tiempo que oíamos el nombre de nuestro grupo. A ella se le escucha por lo bajito: “Un, dos, tres y…”
La música surge como un torrente inundando toda la sala, y provocando un silencio solo roto por las notas de nuestros instrumentos y los pies que siguen el ritmo.
Al terminar aplausos. Dos horas de concierto que se hicieron eternos, después relajación, alegría y abrazos nerviosos.
—Te das cuenta —dijo bajo su capucha y arrastrando su pesada guadaña—, los recuerdos hacen que volváis a estar todos juntos otra vez.
© Texto y foto de Jesús García Lorenzo
Tremendo final. Excelente texto.
ResponderEliminarSAludos.
Gracias Manuela. Es un toque personal.
EliminarSaludos
Te leo soy nueva por aca
ResponderEliminarme gusta lo que dices cuando escribes tus letras
Bienvenida, Recomenzar. Gracias.
EliminarSaludos
tye aseguro que si no pones tu cara no iras muy lejos los anónimos no son muy queridos
Eliminarjajaja no te enojer era un chiste
EliminarHola, Jesús.
ResponderEliminar¡Qué mano para sorprender!Te aseguro que mientras leía pensaba "a esta historia no hay cómo darla vuelta, si es que ya acaba" ¡Jaja! Genial, impecable, Jesús. Es un gusto volver a leerte, hasta siento un atisbo de efecto contagio. Un cariño.
PD: (A tu pregunta en mi blog: apenas he escrito algo estos años. Y las prosas y poesías están solitarias en un pendrive, ya veremos)
Gracias Mónica, a ver si te contagias y retomas todo lo que tienes en el pendrive. Si abres un nuevo blog dímelo, el que tenías no puedo entrar.
EliminarUn abrazo.