08 diciembre 2012

El destino de una estrella


En esta ocasión abandono “El mundo desconocido de las letras” para ser el primero en desearos una feliz navidad con un cuento que ya publiqué hace unos años.
            Quisiera dedicarlo —con vuestro permiso— a mi nieto David, con la esperanza de que algún día pueda leerlo.
            También a todos los nietos del mundo, incluido el de mi maestro Don Miguel Morellá.



¡Feliz Navidad a todos!




El destino de una estrella



            Érase una vez…, una estrella muy, pero que muy pequeña. Sus hermanas se burlaban de ella por su minúsculo tamaño, y por la poca intensidad de luz que emitía en el firmamento.
            —¿A dónde vas, enana? —le decían sin ningún miramiento.
            Decidió, ante el rechazo, desplazarse a una galaxia cercana. Al verla llegar se rieron de ella.
            —Pero si brilla menos que una linterna —comentaban unas.
            —Aquí no tienes cabida —dictaminaban otras.
            La pequeña estrella saltó de nebulosa en nebulosa, y siempre con el mismo recibimiento. Sola y desamparada se puso a llorar. Un agujero negro que pasaba por allí le preguntó por su llanto, y ella contestó que nadie la quería por su diminuto cuerpo.
            —No te preocupes, ven conmigo, yo te haré grande.
            —¿De verdad? —preguntó entusiasmada.
            —¡Claro! Te daré masa con la que podrás aumentar tu tamaño y tu luminosidad.
            La estrellita sonrió y se dirigió hacia el agujero, pero a mitad del camino un meteorito le gritó: “¡No, cuidado, te engullirá como hizo con mis hermanos!”.
            —No le hagas caso. Ven.
            —¡No, estrellita! Si entras no regresarás nunca —le gritó el meteorito.
            Estrellita miró hacia el agujero, y al verlo tan negro se asustó alejándose de él.
            —Ven conmigo, te enseñaré lugares que nunca habrías imaginado —dijo la piedra errante.
            Al acercarse al asteroide éste comenzó a girar alrededor de ella.
            —¿Qué haces? —preguntó algo mareada por seguirlo.
            —La atracción gravitatoria. He entrado en tu campo de gravedad, y así estaré hasta que sea atraído por tu masa y forme parte de ella —gritó entusiasmado el meteorito.
            —¿Y no te da miedo?
            —¡Que va, al contrario, es lo que estaba buscando!
            Estrellita y su amigo viajaron por el universo encontrándose con otras piedras que se unieron a ella. Poco a poco Estrellita fue ganando masa, y su luz cobró intensidad. Creyéndose mejorada volvió con sus hermanas, pero otra vez sintió el rechazo.
            —Vete de aquí, nos deslumbras.
            —¡Fuera! Eres demasiado grande, aquí no cabes.
            Entristecida, buscó en el firmamento un lugar apartado donde pasar la vida solitaria a la que se veía condenada.
            «No sirvo para nada, soy un fracaso como estrella», pensó, y se resignó a su soledad.
            A través del telescopio, un rey descubrió a Estrellita. Realizó sus cálculos, y comprobó que siempre se movía en la misma dirección. Al Oeste.
            El rey Baltasar recibió la visita de su amigo Melchor, ambos estudiaron aquella estrella, y llegaron a la misma conclusión. Decidieron seguirla.
            En el camino se encontraron con Gaspar a quien también le había llamado la atención el cuerpo celeste. Los tres reyes se unieron en su trayecto.
            Estrellita lloraba su aislamiento. Sus lágrimas, revoloteando detrás de ella, formaron una gran cola que, al reflejar su luz, le proporcionaba un aspecto majestuoso. De pronto una voz dulce y profunda la llamó.
            —Estrellita.
            —¿Quién me llama? —preguntó asustada.
            —Soy tu creador —dijo la voz—, no tengas miedo. Tienes una misión que realizar.
            —¿Una misión?
            —Sí, aquella para la que fuiste creada. Servir de guía.
            —¿Guía, para quién?
            —En aquel planeta azul, hay tres reyes de oriente, que siguiéndote encontrarán al que buscan.
            —¿Otro rey?
            —Sí, al Rey de reyes, que ha nacido en un lugar llamado Belén.
            —Belén, ¡qué bonito!
            —Por ello serás conocida, a través de los tiempos, como la estrella que los guió. Serás la estrella de Belén.
            Cada veinticuatro de diciembre, en el firmamento hay una estrella brillando más que las demás. Orgullosa y sonriente sirve de guía para aquellos que buscan su destino.

9 comentarios:

  1. Un cuento precioso Jesús, que llega al alma y para leer mil veces...

    ¡Feliz Navidad a toda la familia!

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  2. Muy bueno! Me ha gustado ese cambio en el "significado" de la estrella. Hace pensar que todo tiene su historia antes de que nosotros lo conozcamos.

    Un abrazo!

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  3. Ehse, muchas gracias.

    Feliz Navidad.

    Un Brazo
    Jesús

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  4. Qué hermoso relato, Jesús. Pero qué hermoso relato...

    Imagino a David escuchándote leerlo en voz alta, con esa mirada que tienen los niños cuando siguen, absortos, el camino de la imaginación. Ya llegará ese día, ¿no es así?

    Un abrazo grande,
    Esther

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  5. Gracias, Esther

    Yo también lo imagino.

    Un abrazo
    Jesús

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  6. Siempre sorprendente, Jesús. Digno cuento navideño.
    Un cordial saludo y felices fiestas

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  7. Jamás me lo había oído relatar de una manera tan hermosa! Como me gusta la gente que cuenta las cosas a su manera :) Me ha tenido con una sonrisa desde el principio :) A partir de ahora cada 24 de Diciembre recordaré este relato...este relato pequeñito que va dejando una estela por donde pasa :)
    Me ha hechizado por completo!!!
    Un abrazo inmenso!!!

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