12 diciembre 2025

La visita turistica

¡Hola, me presento como su guía turístico! Así inicio mi labor cada mañana. ¿Aburrido? Tal vez sí, pero ¿qué vamos a hacer? A pesar de todo, siempre aparece algo imprevisto que hace que ese día sea único y menos monótono.

La historia que les voy a relatar sucedió hace una semana. Estaba revisando el mapa, debo reconocer que me lo he aprendido de memoria, pero lo he adoptado como tradición, y esas cosas no las curan los médicos. Como mencioné antes, estaba examinando el mapa cuando se me aproximó una joven acompañada de una señora de avanzada edad.

«Le presento a mi abuela», me dijo casi cantando. Me contó que hacía mucho tiempo que ella, la abuela, había visitado la ciudad, y que quería que yo la conociera, dado que ella, la joven, no salía mucho por razones académicas, habían planeado aquel viaje como una forma de distraerse.

«No le haga mucho caso a mi nieta», me comentó la señora. Se me acercó y en voz baja me dijo algo que me dejó casi sin habla: «Hace cuarenta años muy cerca de aquí yo cometí un asesinato, y quiero volver a ver el lugar». En principio me lo tomé a broma, pero al mirarla a los ojos descubrí que me estaba hablando muy en serio. Sin pretenderlo miré a su nieta buscando una explicación a lo que acababa de oír.

«¡Oh! ¡Vamos! Seguro que le ha contado lo del asesinato». Con los ojos abiertos como platos moví la cabeza afirmando. «No le haga caso, lo que ocurrió fue que atropelló un gato, y eso le marcó». La joven lo comentó sin dar importancia al hecho. «Mi abuela es muy mayor, ¿sabe? Y se le va la cabeza».

El día transcurrió como todos, sin sobresaltos, y por desgracia con pocos turistas, lo cual indicó que las propinas fueron escasas. Cuando llegamos al lugar donde, presumiblemente, se produjo el asesinato, según la señora mayor, esta se puso muy nerviosa y señaló el lugar del atropello, «ahí, ahí», señaló. Su nieta intentó calmarla para que no hiciera el numerito delante de todos, pero la señora no dejaba de repetir que en aquel lugar ella había matado a alguien. Después de lo que me había contado su nieta, también intervine para que aquello solo quedara en una anécdota, pero entonces ocurrió algo inesperado.

La señora seguía insistiendo en el asesinato a pesar de todo lo que la nieta hizo para que se calmara, pero en un instante la abuela sacó del bolso una pistola, y apuntándome con ella gritó «Lo hice de esta manera», y disparó.

Ni que decir tiene que caí al suelo como un muñeco con un tiro en la frente. Muerto, sí, muerto de lo más difunto.

Y así, durante cuarenta años estoy repitiendo mi asesinato, intentando averiguar el motivo que tuvo aquella señora para matarme.

1 comentario:

  1. Imagino que para demostrarle que sí, que le mató ;-)
    Menuda pesadilla tener que repetir lo mismo año tras año. ¿Muerto?, no,...muerto y criando malvas, diría yo.
    Buenísimo, como siempre.
    Un abrazo, Jesús.

    ResponderEliminar