26 enero 2023

El viajero

No les digo mi nombre porque sería, sino imposible, muy dificultoso de pronunciar, por lo tanto si desearan nombrarme, puesto que he observado que es muy común ponerle un nombre propio a la persona, animal o cosa a la que dirigirse, pueden llamarme Bob; es un nombre corto, que acerca familiarmente al interlocutor y muy escuchado en el mundo a través de las series televisivas y películas del llamado continente americano.


Empezaré diciendo que el viaje que me trajo aquí fue largo, incomodo y no exento de peligros. El motivo de mi viaje, observar, analizar, comprobar parámetros y sobretodo aprender.


El comportamiento humano es variado, imprevisto y en ocasiones dificultoso de comprender. Existen lugares donde el mas común de los comportamientos se considera una aberración en otro, aunque los dos sean vecinos. Prueba de ello son las guerras que se generan por un quítame de aquí esas pajas, expresión que he aprendido de los españoles y que define muy bien los motivos de casi todos los conflictos bélicos.


Tomemos, por ejemplo, una comunidad de vecinos, bien sea en un edificio  en la ciudad como en una ciudad mas o menos grande. Se organiza una reunión —no voy a entrar en el detalle de cómo llamar a esa puesta en común de opiniones—, ¿el motivo? cualquiera, no importa. Siempre, como si fuera obligatorio, existe una persona, un grupo o un inconveniente paradójico que pondrá en entre dicho la cuestión a tratar, su financiación, su administración, su conveniente, y sobre todo el porqué no se ha manifestado antes o porqué no aplazarlo para más adelante, o sea, ¿por qué ahora?


Incomprensible reacción humana a lo que, por el motivo que fuera, era el momento de exponer dicho evento o proyecto. He podido comprobar que ésta, llamémosla, negación visceral es común en cualquier lugar sin importar la distancia que los pueda separar, pero se acrecienta si la cultura primaria se comparte visceralmente.


Jamás he encontrado un lugar, y puedo afirmar que he viajado mucho, en donde no exista algo que, por insignificante que parezca, distinga del resto como para decir que son de otro mundo, pondré algún ejemplo:


El honor. No existe ninguna comunidad, aunque sus costumbres sean diametralmente distintas, cuya cualidad moral no sea defendida hasta incluso con la muerte.


Patriotismo. Aunque algunos lo llaman convicción cívica, y otros civismo comunitario, no es otra cosa que la defensa de las costumbres propias de una comunidad o país. Mas o menos discutible es la forma en la que se defiende dicho sentimiento.


Amor. Sentimiento muy humano, mucho, sin ninguna duda. No importa el lugar que se señale del planeta tierra, aunque sea el más recóndito y mas olvidado, escondido o no descubierto, donde no se sea capaz de matar por conseguirlo.


Avaricia. Cualidad, si es que se puede llamar así, extremadamente arraigada junto con la envidia que incluso pueden llevarse de la mano, sin importar raza, religión o condición humana. He podido comprobar que ningún humano no ha sentido, aunque haya sido por un segundo, una de estas dos  cualidades. Desear ser igual que…, conseguir lo mismo que…, parecerse a…, o soñar vivir como… Casi podría asegurar que son motivo de guerras a lo largo de la historia, de su historia.


Del lugar donde yo procedo se ha luchado mucho en hacer desaparecer sentimiento que obligan a olvidar el motivo por el que fuimos creados.


He realizado varios viajes, en distintas épocas para ver la evolución, su evolución, y he constatado que, aunque diametralmente han avanzado científicamente, estructuralmente e incluso culturalmente, no lo han hecho humanamente.


Mi informe no puede ser otro que nefasto, y así lo haré llegar al consejo interplanetario de la galaxia a la que pertenezco.


© Jesús García Lorenzo

8 comentarios:

  1. Mal pintan las cosas, hace tiempo que nos hemos desviado del camino con el afán de encontrar el tesoro cuando lo somos nosotros. Un abrazo

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    1. Tienes razón, somos nosotros el tesoro, lo defenderé en el consejo interplanetario.
      Fuera de bromas tienes razón, nunca hemos sabido como continuar, como guardar y sobre todo como aprender.
      Un abrazo

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  2. Parece ser que no aprobamos en la valoración interestelar como merecedores de perdurar como especie.
    Un abrazo.

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    1. Somos una especie que nunca ha sabido nadar y guardar la ropa, y siempre estamos condenados a revivir el pasado.
      Un abrazo

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  3. No podría decir el motivo por el que, después de tantos años, sigamos aquí. Una valoración, después de observar y analizar nuestro comportamiento, muy certera la de Bob. Seguramente después de hacer el informe, querrá salir pitando.🤦‍♀️

    ¡Enhorabuena!.
    Aferradetes, Jesús.

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    1. Ya se ha ido, tan rápido que no me ha dado tiempo a despedirme de él, tenía unas alegaciones para el consejo, ¡en fin! se las mandaré por whatsApp, a ver si llego a tiempo.
      Un abrazo

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  4. Hola, Jesús.

    Un muy buen relato - fábula, poniendo bajo la lupa nuestras miserias y delicias. Miedo me dan las conclusiones del consejo interplanetario. Aunque por terrible que sea, si algo está probado, es que somos especialistas en tropezar dos veces (y más) con la misma piedra.
    Un beso.

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  5. Hola Mónica, he tardado en contestar pero ha sido por motivos ajenos a mi voluntad.
    Me gustan tus comentarios porque muestras el fondo del relato, con esto estoy diciendo que estoy muy de acuerdo con lo que dices.
    Muchas gracias por comentar.
    Un fuerte abrazo.

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