Escribir, escribir y escribir. Su mente no hacía otra cosa que repetirse la misma instrucción. No se alimentaba, no dormía y el alba siempre le encontraba igual que cuando lo abandonó. Con la pluma en la mano.
Su casero le maldecía por no abonarle lo pactado, aunque más le enfurecía que no le abriera la puerta. Desde la calle le recriminaba y amenazaba con llamar a la policía, pero él ni se inmutaba y continuaba escribiendo.
Una mañana los golpes dados por la policía consiguieron derribar la puerta, allí no encontraron a nadie, sólo una habitación llena de libros, una mesa a rebosar de folios y una voz que salía de uno de ellos pidiendo auxilio.
©Jesús García Lorenzo
Abducido por sus propios escritos.
ResponderEliminarUn saludo.
Es muy fuerte lo que le ocurre.
EliminarUn saludo
Jo...maravilloso texto. Me siento identificada.
ResponderEliminarUn beso grande.
Gracias or tu comentario y ¡Cuidado!
EliminarUn abrazo
Y se convirtió en palabras, en comas y acentos. Muy buen micro y mejor final. Un abrazo
ResponderEliminarSe convirtió en algo que amaba y a la vez se horrorizó.
EliminarUn abrazo
Muy buen microrrelato y cierto, a veces te dejas engullir por el trabajo, o incluso por una actividad placentera, y no esto no trae buenas consecuencias :))
ResponderEliminarSAludos.
Hola Manuela,
Eliminaren efecto en ocasiones el trabajo, o un hobby o como tu dices " Una actividad placentera" nos absorbe tanto que nos roba tiempo y vida.
Un saludo
Todas las obsesiones son malas, aunque quiero creer que entre todas, es la mejor.
ResponderEliminarMagnífico, como siempre.
Aferradetes, Jesús.
Hola Paula,
EliminarNo sé si será la mejor, pero es muy placentera. Escribir historias donde puedes manejar (aunque aveces son los personajes quienes te manejan), los sentimientos, vida y tribulaciones de los personajes a tu gusto es placentero, incluso donde puedes matar sin que te metan en la carcel.
Gracias.
Un abrazo
Magnifico final. La obsesión nos puede llevar a otra dimensión..... Saludos amigo.
ResponderEliminarHola Sandra,
EliminarViajar en el tiempo, por todo el mundo y en el transporte que quieras o desees, pero eso sí, sin obsesionarse que pueden ocurrir cosas muy extrañas.
Un abrazo
Hola Jesús.
ResponderEliminar¡Uff! ¡Fascinante texto!
La obsesión contada como una muerte aparte. Felicidades, amigo.
Un beso.
Hola Mónica,
EliminarLa obsesión, como dices, no deja de ser una muerte, lenta, pero muerte al fin y al cabo.
Un fuerte abrazo