—¿Por qué lloras niña?
—Porque mi amor se va en aquel barco queriendo hacer fortuna para poder casarnos.
—¿Acaso no le quieres pobre?
—¡Claro que sí!
—¿Y lo has dejado marchar?
La gaviota abriendo sus plumas al viento se elevó repitiendo: “Dejado marchar…, dejado marchar…”
Las lágrimas de la niña se amontonaron en sus ojos con más intensidad.
© Jesús García Lorenzo
Las aves también aman.
ResponderEliminarHola,
Eliminarefectivamente, no hay mas que mirarlas.
Un saludo
No sé si la niña es una gaviota, creo que no, que la gaviota sólo es un testigo.
ResponderEliminarEl texto es precioso...
Un beso grande.
Hola Moony,
EliminarBueno, sea quien sea creo que le da una lección.
Un abrazo
Muy sabia la gaviota. No se necesita riqueza material cuando hay amor.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Exacto! A veces es necesario que un pepito grillo (en este caso una gaviota) nos diga la verdad.
EliminarUn abrazo
Ese afán de tener para dar retrasa la consagración del amor, la gaviota ha visto muchas partidas como esta. Abrazucos
ResponderEliminarMuchos españoles lo hicieron, y muchos fracasaron, en el amor y en lo que fueron a realizar.
EliminarUn abrazo
Pobres los dos, el que se fue ilusionado y la que quedo con remordimiento. La gaviota me encanto. Saludos amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias Sandra.
EliminarLa gaviota la hizo llorar, pero no por la partida sino por el motivo por el que lo dejó partir.
Un saludo
La gaviota como voz de la conciencia.
ResponderEliminarBreve pero intenso.
Aferradetes, Jesús.
Así es Paula,
EliminarLa gaviota fue su pepito grillo.
Un abrazo
una entrada inolvidable
ResponderEliminarEso espero.
EliminarUn saludo
Las gaviotas sabían lo que proclamaban Jesús.
ResponderEliminarAbrazos.
Algunas son muy sabias.
EliminarUn abrazo
Hola, Jesús.
ResponderEliminarEl remordimiento es una gaviota que deja de repetir su canto (ni su vuelo) sobre el alma atormentada.
¡Muy buen micro! Una fábula poética y bonita. Te has lucido.
Un beso.
Hola Mónica,
Eliminarmuchas gracias por tu análisis, es cierto la gaviota es machacona pero le devuelve a la realidad a la niña.
Un abrazo