09 julio 2021

La entrevista

A pesar de los quince años que Jesús llevaba como presentador de televisión, cada vez que se ponía delante de las cámaras sentía un hormigueo en el estómago. Esa tarde era la culminación de dos semanas de trabajos que empezaron cuando se recibió una carta en la redacción. El contenido de aquel sobre captó la atención del editor y del director del programa. Una llamada al director de la cadena autentificó la carta y después de sopesar los pros y los contras recogió el papel arrugado de la papelera.

Jesús fue llamado al despacho para hacerse cargo de aquel sobre tras contarle el contenido de la carta y la llamada recibida.

Superado el susto se vio la gran oportunidad que representaba aquella entrevista. Porque se trataba de eso; una entrevista a alguien a quien nunca en la historia se le había realizado. El personaje en cuestión, que supo identificarse sin ningún lugar a dudas, no puso ninguna condición y apuntilló que respondería a cualquier pregunta fuera cual fuera su contenido e intención. Multitud de periodistas hubieran matado por formular las preguntas.

Tanto el director como Jesús se pusieron manos a la obra. Se debía realizar un cuestionario no muy avasallador pero tampoco muy simple. Se debía dar la publicidad justa y al mismo tiempo atraer el máximo de televidentes. Contactar con el resto de las televisiones y radios pudiendo así realizar conexiones en todo el mundo. Las ganancias se contaban en cifras tan elevadas que eran difíciles de imaginar si no se usaba papel, lápiz y calculadora.

Por fin llegó el día señalado. Las calles vacías. Las ciudades de todo el mundo parecían desiertas. La expectación fue total.

Los satélites se modificaron para poder obtener el máximo de cobertura. El planeta entero estaba pegado a los receptores de televisión. Las puertas de la cadena fueron cerradas, y el personal en su totalidad se concentró en el estudio donde se iba a realizar la entrevista.

Jesús sudaba bajo los focos; la maquilladora le aplicaba doble capa de maquillaje para evitar los brillos, al tiempo que él le decía que no importaba pues la imagen que aparecería en la televisión no sería la suya. El regidor gritó: «¡Cinco minutos!». Todos miraron alrededor sin ver al personaje que iba a ser entrevistado.

Alguien pidió permiso desde el fondo del estudio y enseguida se le abrió un pasillo. Una mujer dolorosamente hermosa recorrió, con paso firme sobre sus tacones de aguja, el espacio abierto hasta el sillón que le esperaba bajo los focos.

Jesús se levantó para recibirla. Cuando llegó a su altura le ofreció un saludo caballeresco besando el dorso de su mano. Una sensación de frío recorrió su cuerpo al posar sus labios sobre la helada piel de la entrevistada.

Se sentaron uno frente al otro, y Jesús escuchó por el pinganillo: «En el aire», y sin pensarlo dos veces realizó la primera pregunta totalmente improvisada.

—¿Cuál es su nombre?

La voz dulce, apacible y sensual de la invitada inundó el estudio.

—¿Mi nombre? Según los literatos, filósofos, sociólogos, médicos, doctos e intelectuales se me conoce por… La Limpia, La Blanca, La Tiznada, La Güera, La Novia fiel, La Impía, La Pelona, La Mocha, La Parca…, pero el más usado por el pueblo, gracias a los religiosos y pintores, es: La Muerte.

Un silencio sepulcral invadió aquel espacio donde horas antes se llenaba de algarabía y felicidad en un programa concurso. Nadie se atrevía, siquiera, a producir sonido alguno. Ni suspiros, ni carraspeos, ni respiraciones profundas.

El presentador, sudoroso, intento guardar la compostura ante aquel personaje representado en aquella belleza. Sin quererlo su mirada se fijo en el escote de su entrevistada, quien con un suave y rápido movimiento se desabrochó un botón, mostrando muy poco a la vista pero muchísimo para la mente.

Tras un carraspeo Jesús continuó:

—Siempre se la ha representado patética, tenebrosa, cruel; sin embargo en esta entrevista la vemos con una apariencia reluciente, bella, muy bella si me lo permite, y distinguida. Mostrando todo lo contrario que se esperaba encontrar en este plató. ¿Cuál es su verdadera imagen?

La invitada sonrió. Le dedicó una amplia y hermosa sonrisa a Jesús, luego con lentitud se volvió hacia la multitud congregada. Después también con lentitud, y sin variar su sonrisa, fijó su mirada a la cámara que le enfocaba, y dijo:

—Mi imagen puede estar variando constantemente, pero siempre depende del corazón y de los ojos del que me mira.

—Señora, si me permite que la llame así —Jesús empezaba a sentir empatía con su entrevistada, y tras un leve movimiento de cabeza de ella, continuó—, su presencia siempre va ligada al final de la vida. Sin embargo está usted aquí a mi lado, y con todos los trabajadores de la cadena delante sin pasar nada, y con precaución lo digo. ¿Por qué propuso esta entrevista ante millones de espectadores, y en directo?

Ella, La Limpia, La Blanca, La Tiznada, La güera, La Impía, La pelona, La mocha, La Paveada, La parca, volvió su cabeza hacia la cámara que la enfocaba en un primer plano, y le dedicó una sonrisa pícara.

Multitud de explosiones con forma de hongo se sucedieron una tras otra en todo el planeta mientras en la retina de todos los televisores se registraba esa sonrisa sin precedentes.


 ©Jesús García Lorenzo

14 comentarios:

  1. Otro espectacular relato sobre la muerte.

    Un abrazo.

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    1. Hola Sa luna, muchas gracias por tu comentario, lectoras como tu merecen mas relatos y no dejar de escribir.

      Un saludo

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  2. Madre mía..qué texto...es alucinante. Jesús, eres la leche escribiendo.

    Un abrazo enorme.

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    1. Hola Moony, muchas gracias, no se si seré la leche, pero lo que está claro es que tu si lo eres, me alegra tenerte como lectora.

      Un abrazo

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  3. Maravilloso relato. Ella, La Señora, siempre llega puntual a la entrevista. Y como dices en el texto, su imagen varia constantemente..... es cierto. A ella no hay que tenerle temor sino respeto. Me encanto. Saludos.

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    1. Hola Sandra, me alegra verte otra vez por aquí. Es muy cierto lo que dices, mas que temor hay que tenerle respeto, sólo es una consecuencia de lo que representa su presencia y a eso sí que hay que tenerle miedo, a morir.

      Muchas gracias por comentar.

      Un saludo

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  4. Te leo me gusta
    gracias por compartirlo

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  5. Gracias RECOMENZAR, me alegro que te guste.
    Un saludo

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  6. Hola Jesus, me agrado mucho
    tu relato, lo hiciste de maravillas.

    Besitos dulces

    Siby

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    1. Gracias Siby por tu comentario, espero que el próximo te guste mas.
      Un saludo

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  7. Hola, Jesús.

    Impecable narración, llevada con astucia y un crescendo bien domesticado, ¡te felicito! Como siempre, no te vi venir y de pronto me di con un final estupendo, colosal. ¡Vaya entrevista en directo de la última cita del mundo y a la propia matrona de tan singular parto. Me ha encantado.

    Un beso.

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    1. Hola Mónica,

      Este es uno de los Brelatos que escribí sin guión, es decir que empecé y todo fue transcurriendo entre mis dedos (que poético) y el final podía ser de dos maneras, o moría el periodista y todos los de la cadena o todo el mundo, y en fin...

      Un fuerte abrazo

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