26 agosto 2015

Turisteando

Desconocía que era imprescindible dar leche a los camellos sin embargo fue condición sine qua non para turistear por el desierto.
Abel-li-Lamed me cobró lo que le alimentaría durante tres meses, pero los bellos ojos de Adela me miraron y no pude resistirme al atraco.

En un alto del camino pude admirar como el sol se ocultaba entre las dunas y a mi Adela cabalgando hacia el ocaso en brazos de Abel.

© Jesús García Lorenzo

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