Al entrar aquí su mente acaba de ser poseída.
Usted, sin remedio acaba de adentrarse en:
¡El mundo desconocido de las letras!
Magia
—¡Mira, papá!
Sus ojos azules, grandes y brillantes se abrían más a cada paso que daba.
—¡Jajá! ¡Qué risa!
Los muñecos, de cartón-piedra, se mostraban como algo maravilloso que la transportaban a un mundo nuevo y espectacular, donde la ilusión y la fantasía se mezclan ante los ojos de un niño.
La noche inundó la ciudad. Aquellas obras de arte callejeras resplandecían más aún con la luz de los focos que las rodeaban.
—¡De noche son más bonitas!
Sus ojos no querían perderse detalle, por lo que seguían abiertos ante el maravilloso mundo creado por los artistas.
Pero una noche, a la hora en que un día da paso al siguiente, una traca infernal encaminó su fuego vivaz hacia aquellos muñecos devorando con avidez sus cuerpos.
—¡Papá, los están quemando! ¡No quiero!
Aquellos ojos azules, grandes y brillantes se tornaron tristes desbordando lágrimas ante el espectáculo de las llamas.
—No llores, esos muñecos han sido creados para esto.
Ninguna explicación fue aceptada. Ningún razonamiento quiso comprenderse. La magia se había evaporado.
Un día, al volver del colegio:
—¡Mira, papá!
Sus manitas me enseñaban un pequeño muñeco de cartón-piedra, regalo por la visita escolar al taller de un artista fallero.
Aquellos ojos azules, volvieron a ser los de antes, abiertos, vivaces y llenos de ilusión. Se pasaba el día abrazada a él. Jugaba, comía y dormía sin separarlo de sus brazos. Fue su mejor juguete.
Una noche los bomberos me arrastraron fuera de la casa, alejándome del furor del fuego que devoraba a mi niña abrazada a su muñeco. Mientras, en mi delirio escuché: “Hemos sido creados para esto”.
¿Ha quedado sin palabras?
Muy fuerte este final, Jesús, estremece.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Antony, lo es.
ResponderEliminarAbrazos
Lo diré sin rodeos: ¡¡La madre que parió a la última frase de tus relatos, leñe!! Menudos giros que das, me encanta.
ResponderEliminarConviertes un relato agradable y tranquilo en truculento.
Uff, increíble.
Gracias Beren, así me gusta, sinceridad.
ResponderEliminarUn abrazo
Por dios!Que escalofrío de final, y me ha hecho preguntarme lo que recuerdo me preguntaba de pequeña al ver Toy Story, sentirían los juguetes? Si las Fallas sintieran...
ResponderEliminarEn cualquier caso, sublime. Un saludo, escribes la mar de bien!