14 septiembre 2022

Lo evidente


Gotas de oro salpicaron el suelo una y otra vez. Pues el llanto de lo imposible debería cotizar en bolsa.

Sentirse ciego es peor que serlo, sobre todo cuando no te ven.

Su fino bastón blanco acompañaba, con sus suaves golpes, a su voz pidiendo el favor de alguien.

Autobús tras autobús y siempre la misma pregunta.

— Por favor, ¿Qué numero es éste?

Solo oía bullicio.

Jaime tan solo contaba con la experiencia que dan los veinte años. Medio tumbado en la cama de un hospital esperaba el diagnostico.

Su mente revivía una y otra vez, aquellas luces intensas, que acercándose a gran velocidad acabaron con las risas de una noche de asueto.

Por fin la voz del médico. Como un estallido retumbaron las palabras “Ceguera irreversible”

Su bastón, golpeaba el suelo mientras volvía a pedir indicación a la gente.

A través de su sentido mas desarrollado podía oír los exabruptos de una mujer que intentaba que sus hijos estuvieran quietos.

Sus lágrimas empaparon sus vendas. ¡Ciego! Ya no podría disfrutar del atardecer, ni del verde manto de la hierba. Su mente acumulaba imágenes en un desesperado intento de salvaguardar aquello que no volvería.

El humo de un puro le ahogaba. Por más que se retirara aquel hedor le perseguía. 

Notó un olor diferente. Un perfume de mujer penetrante que le hizo concebir esperanzas. A lo lejos el ruido tronador del motor de otro autobús.

- Por favor ¿Qué...?

No pudo acabar, los empujones lo separaron del lugar que ocupaba. Incluso tuvo que oír algún insulto por obstaculizar el paso.

Aquel motor volvió a rugir para poco a poco alejarse de él.

El día que le quitaron las vendas se sintió morir. No notó diferencia cuando le dijeron que estaba frente a una ventana en un día de sol.

Semanas intensas de rehabilitación. ¡Qué ironía! Como si la desesperación por lo perdido, se pudiera rehabilitar.

Buscó con resignación un lugar donde sentarse, su bastón no lo encontró. Aquella parada solo contaba con un poste indicador, donde pudo apoyar su espalda.

Seguía percibiendo aquel perfume intenso, pero se mezclaba con otro que el viento de repente le traía. Al principio no lo identificó pero luego fue muy claro.

Ese olor a ozono que precede a la tormenta, iba acrecentándose, anulando el perfume.

La visita de una amiga fue el detonante. Al principio le fue incomoda su presencia. Ciego, torpe y sin poder saber qué expresión tenía en cada momento, le hizo comportarse inadecuadamente. Pero Alicia tenía un Don, sabía cómo hacer que Jaime cambiara su actitud, y al rato de estar hablando con ella se sintió relajado y confiado.

Un gran chasquido ensordecedor le sacó toda duda que pudiera tener. Notó como las gotas de lluvia golpeaban con fuerza su cabeza.

Su bastón no acertaba a encontrar donde se pudiera guarecerse de la furia del cielo. Sus ropas se empaparon y sintió frio.

Cuando salió del hospital su casa fue su refugio y la seguridad de lo conocido. Solo cuando Alicia fue a buscarlo se decidió a salir.

El tiempo pasó y un día tomó la decisión, iría al centro y volvería. Sería la prueba final de su rehabilitación.

Bajo aquel diluvio y mojado hasta la medula oyó cómo se acercaba un autobús a la parada. Con voz temblorosa por el frío, volvió a hacer la pregunta.

Una voz femenina se dirigió a él.

-¿Que numero espera?

- El veintisiete.

- Lo siento, se ha equivocado de parada, aquí no para esa línea. 

- Entonces...

Su voz demostró hundimiento.

- Debe irse más abajo, a unos doscientos metros.

- ¿Hacia qué lado debo ir?

- A su derecha, Lástima ya han pasado tres.

Jaime, derrotado por la lluvia y la incomprensión, se alejó acompañado por su mejor amigo. Su bastón.


©Jesús García Lorenzo


6 comentarios:

  1. Es difícil hacerse a la idea de lo que representa la pérdida de la visión, pero aún se me hace más complicado para alguien que no ha visto nunca.
    Buen relato.

    Saludos.

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    1. El protagonista es un joven vidente que por un accidente pierde uno de los cinco sentidos ( no voy a entrar sobre la importancia del mismo), pero hacer comprender al cerebro de todo lo que has visto ya no lo verás jamás es complicado, cosa que el que ha nacido con la ausencia de ese sentido no tiene ese... esfuerzo, ese conflicto porque por mucho que le expliquen como es un color jamás será un conflicto.
      Sí que estoy completamente desacuerdo contigo que la perdida de la visión es algo complicado, muy complicado y muy doloroso.
      Un placer leer tu comentario.
      Un saludo

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  2. Yo difiero de Alfred, creo que es mucho más difícil para aquel que sí ha visto antes. Difícil y triste, si miramos qué condiciones tienen para todo, como es el caso.
    ¡Enhorabuena, muy buen texto!

    Besos.

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  3. Como le he dicho a Alfred, la perdida de la visión es muy desagradable, y estoy de acuerdo contigo que (aunque eso nunca lo sabremos), en que lo es mas para un vidente que para quien ha nacido sin ese sentido, pienso que quien no sabe como es el color rojo o verde no lo echa de menos pero quien a disfrutado del arco iris es doloroso no poder volver a verlo.
    Gracias por tu comentario.
    Un abrazo

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  4. Tengo una amiga con una hermana ciega por glaucoma desde hace unos cuantos años y por ella sé sus sensaciones al haber visto antes y saber como son realmente las cosas. Por eso lo decía.
    Abrazos para ambos.

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