10 agosto 2022

El hombre que respiraba música

Cuando se jubiló en lugar de ver en ello una desgracia vio la puerta abierta a sus aficiones. Todo aquello que no pudo realizar durante su vida laboral lo podía hacer, tenía todo el tiempo del mundo.

El primer día se despertó a la hora habitual para acudir al trabajo, fue una decepción, pero poco a poco se habituó a poder abrir una ventana y mirar al sol en pijama.

El segundo día lo dedicó a limpieza general, abrir armarios y deshacerse de todo aquello que le recordara la vida laboral. Estaba en una etapa nueva, libre y esperanzadora.

En una caja forrada de polvo encontró un estuche que le devolvió a su juventud, en ella dormía un clarinete. A su lado otra caja contenía partituras, lengüetas de caña, vaselina y demás utensilios para el instrumento encontrado.

Lentamente montó el clarinete, adecuó la lengüeta de caña a la boquilla, apoyó su dedo pulgar de la mano derecha en su lugar, dispuso el resto de dedos y se llevó el instrumento a la boca.

El sonido que oyó fue desagradable. ¡Hace tanto tiempo!, se dijo excusando su torpeza. Lo intentó de nuevo y poco a poco fue sacando un sonido mejor que el anterior. Recordó que no muy lejos de su casa existía una unión musical y se preguntó si…

Acudió al local y vio que a él acudían niños con sus instrumentos, se decidió a entrar. Un espacio diáfano daba paso a lo que indicaba ser la secretaría, y a un pasillo desde donde se podía oír el sonido de varios instrumentos, un saxo, un clarinete, una trompeta, una tuba y varios instrumentos de viento.

—¿Deseaba alguna cosa?

Una voz femenina le devolvió al lugar y al motivo por el que estaba allí.

—Sí, verá, me preguntaba si daban clases a adultos.

—¡Claro que sí! —Le dijo con entusiasmo aquella mujer, e indicándole la secretaría— Pase siéntese y hablamos.

En cuestión de una semana acudió con su clarinete a su primera clase, en ella se encontraba su profesora que estaba calentando la madera de su instrumento con unas escalas. La primera clase fue mas bien de información, tanto para él como para su profesora que al comprobar que , aunque algo olvidado, conocía el clarinete, el solfeo y sólo necesitaba práctica y método.

El tiempo transcurrió, los ejercicios cada vez más complicados pero que no suponían una dificultad, poco a poco nuestro clarinetista fue recuperando la habilidad que de joven había aprendido. Era feliz interpretando partituras, e incluso llegó a unirse a varios compañeros para formar un grupo musical y poder disfrutar juntos de la música. Consiguieron que les concedieran un local donde reunirse para ensayar y tocar. Llegaron a hacerlo tan bien que alrededor de la puerta, que al final no se cerraba, se reunían gente para poder escucharlos.

Un día recibieron la noticia de que el ayuntamiento dejaba de subvencionar la música y que la unión musical debía cerrar sus puertas por falta de ingresos.

Nuestro jubilado comenzó una campaña en contra de aquel despropósito, consiguió publicar en los periódicos locales artículos defendiendo la música, participar en programas de radio y televisión, fue tal el escándalo que organizó que las autoridades optaron por la via más directa. Quedó prohibida la música.

En la puerta de urgencias del hospital apareció un hombre con las manos en la garganta, su cara reflejaba un leve color azul, una enfermera gritó pidiendo ayuda, al instante aparecieron médicos y auxiliares, le aplicaron oxígeno, pero éste se les moría ahogado. 

En el box junto al que se encontraba el ahogado, sonó un violín, una niña al que estaban escayolando una pierna le habían llevado sus padres su instrumento para que se calmara y desoyendo la orden municipal lo hizo sonar.

Los instrumentos médicos acoplados a nuestro jubilado indicaron que comenzaba a respirar. Ante la perplejidad de los sanitarios se levantó de la camilla y se encaminó al box donde la niña interpretaba a Mozart, y frente a ella respiro hondo.

6 comentarios:

  1. La música es vida, parece que lo de malos y "despistados" gobernantes no es algo actual. Un relato estupendo con un final precioso. Abrazos

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    1. Gracias Ester,
      Así es sin música la vida no lo es.

      Un abrazo

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  2. Podría haberme pasado perfectamente a mí. No sé vivir sin música.

    Estupendo relato, Jesús.
    Aferradetes.

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    1. Ni tú ni nadie, y el que diga que lo hace habría que explicarle qué es la música.
      Gracias
      Un abrazo

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  3. La música es necesaria, es vital. Excelente relato.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Sara, estoy completamente de acuerdo contigo.

      Un abrazo

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