—Todo esto me parece una parafernalia difícil de creer.
—¿Por qué?
—¡¿Pero es que no lo ves?! Jamás hubiera pensado que un día como hoy lloraría tanta gente. Es más. Creo que la mayoría está fingiendo. Habría que buscar a quién está pagando tanta plañidera.
—No seas tan desconfiado, los hombres también están llorando…
—¿Qué pasa, no pueden existir plañideros? Además no conozco a la mayoría, al menos después de tanto tiempo sin verlos.
—¡Ah! ¿Y eso los hace parecer falsos y sin sentimientos?
—¡No seas absurda!, lo que ocurre es que nunca los había visto con ese… ¡Sofocón!
—¿Por eso fingen?
—¿Me tomas el pelo? —le dijo mientras la miraba a esa falta de ojos— Imagino que a lo largo de los muchos años que tienes te habrás encontrado con más de un plañidero.
—Sí, es cierto —dijo con una sonrisa en la cara—, los he visto.
—¡Basta, por favor! El ser tu la causante ni te da derecho, ni me gusta, ni me parece apropiado sonreír en mi funeral.
© Jesús García Lorenzo
Qué sinvergüenza la muerte, qué se ha creído sonriendo... :)
ResponderEliminarMe aterra lo que describes, en verdad, no me gustaría nada comprobar quién llora, quién plañe y quién ríe en mi funeral.
Espero que quede mucho.
Un saludo!
Ja, ja, ja, sí es una sinvergüenza.
ResponderEliminarLa verdad a mi tampoco me gustaría.
Un saludo